Un reporte sobre oficinas vacías, fantasmas y bots
Le costé $800B al mercado inmobiliario y a cambio sólo recibí notificaciones de Slack

¿Qué tal?
Espero que estés teniendo una gran semana.
Mi canción de hoy es “Nothing Lasts Forever” de Sevdaliza y Grimes:
Esta edición cubre una pequeña parte de un figboard a-la-Pepe-Silva que vengo expandiendo desde hace un tiempo. De hecho, comparte título con ese proyecto. Más sobre esto, en algún otro momento.
Por ahora:
Breve introducción a la toma de decisiones

Ya he tenido la misma conversación varias veces, con distintas personas que no se conocen entre sí. Básicamente, esta interacción memética gira alrededor de un comentario, “internet antes era un lugar, ahora está en todos lados”. De la misma forma, como cubrí en una edición anterior, hoy el trabajo ya no es un lugar. Al contrario, “el trabajo”, con todo lo que conlleva - contactos, plataformas, exigencias, buenas y malas noticias, es una suerte de brazo elástico que puede alcanzarte donde sea que estés, abusandose del hecho de que no podes salir de tu casa sin tu celular.
Pertenezco a una generación (y a una pseudo-clase) que nunca trabajó en una oficina normal. Lo más cerca que estuve fue durante un brevísimo stint de consultoría on-premise. Esta pseudo-clase, que ya llegó a posiciones de management, carece de los códigos de socialización típicos de una oficina. En su lugar, protocolarizamos nuestro rol en función de buenas prácticas que respeten el balance vida-trabajo y contrarresten la entropía típica de la comunicación virtual.
Me estoy refiriendo, por ejemplo, a la doctrina “async-first” y al knowledge management como proto-disciplina y estándar cultural. La sensualidad, impredictibilidad y falta de practicidad de trabajar en una oficina es reemplazado por un régimen asético y eficientista de documentación, reuniones con estructuras rígidas, y pseudo-interacciones. La política de una oficina fue reemplazada con farmeo de reacciones en Slack, validación de documentación, y otras formas de gamificación.
¿Me gusta? Personalmente, como alguien extremadamente práctico y que trabaja en esta industria, disfruto de tener reglas claras. Me gusta grabar Looms en lugar de tener reuniones. Me parece noble e inteligente documentar. Ahora bien, hay una brecha enorme entre:
- La gente que no se adapta a este registro
- La gente que se adapta pero no puede salir de él
- Aquellos que pueden manejar lo impredecible, lo secreto y lo inescalable con tanta elegancia y habilidad como lo “gamificado”

Al final del día, la gamificación (en el macro, justificada mediante KPIs, OKRs y otras formas de decir “métricas”), es una necesidad operativa que no reemplaza la real politik corporativa. Ayuda a sistematizar y escalar la visión, pero no reemplaza a la visión. Ayuda a visibilizar logros, pero no te salva del juicio político. Los burócratas de la gamificación son necesarios - pero la visión de la compañía no puede plantearse en ese lenguaje.
En especial, porque es el lenguaje de una parte no despreciable del training set de GPT. Los modelos de lenguaje que predan la internet abierta son excelentes productores de corporatespeak. La automatización que nos promete la inteligencia artificial generativa ingresa al teatro del trabajo sin fricciones - especialmente para la C-suite.
Entonces, ideas genuinas son reemplazadas por groupthink provisto por GPT-4 y sus competidores, que agregan opiniones para proveer “la mediana” conceptual sobre cualquier asunto. Como consecuencia, stakeholders son reemplazados por bots y por quienes hacen el trabajo fantasma necesario para que funcionen, desde una locación que poco podría importar.
Copio sin traducir, unas notas que escribí en el marco de mi laburo como consultor, la semana pasada:
“It's important to minimize the level of uncriticized, unanalyzed decision-making you're inheriting. Every decision you make is built on layers and layers of structural, sociocultural, political, and philosophical assumptions. The more micro the decisions, the more ‘high-level’, the denser their inherented backend and the more you have to analyze to truly understand the character and background of the decision you're making. High-level decisions have easier-to-track references. Most low-scale decision-makers aren't fully in control of their arguments.“
Real Estate
Muchas razones definen por qué una empresa abre una oficina en Palermo y no a media cuadra de Pinar de Rocha. Podríamos aducir:
- Cercanía con otras empresas → Relativa
- Disponibilidad de real estate adecuado → Mentira, se construye
Una de las principales razones por las que ninguna empresa más o menos reconocible está peleando por establecer oficinas en Morón es que el real estate a gran escala y estratégicamente colocado, además de un asset, es un símbolo de status. Si una empresa va a establecerse en un lugar donde no pueda ser vista, va a ser por incentivos fiscales o necesidades estratégicas de coyuntura.

Mi ciudad favorita en el planeta tierra es Nueva York, ejemplo perfecto del poder corporativo siendo representado por estructuras a escalas inhumanas. En épocas prósperas, estas estructuras hospedan un frenesí que puede confundirse con pulsión de vida. En épocas de vacas flacas, las oficinas desocupadas se convierten en espacios liminales.

Los “espacios liminales” como meme nos llegan luego de que la pandemia de COVID-19 afeitara 800 billones de dólares del mercado de real estate comercial. Y, ¿En qué se convierten las oficinas desocupadas?
Durante la pandemia, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aventuraba un proyecto que repensaría el microcentro como zona residencial - asumiendo, por supuesto, un shift permanente hacia el trabajo remoto. Pero:
- Parecería que el trabajo remoto fue un fenómeno coyuntural, si bien da un buen pie para reducir costos y maximizar la productividad, el trabajo remoto causa un millar de problemas para las compañías que no pueden adaptarse, no tienen una escala en la que esta dinámica sea responsable, o vieron afectada su capacidad de innovar.
- Muchos espacios de oficina se convirtieron en coworks.
Pseudo-comunidades
Si frecuentas un espacio de cowork fielmente desde hace años y consideras amigos - si no hermanos - a muchos de tus compañeros de hot table, sentite libre de ignorar, cuestionar, o repudiar mis opiniones.
Pero, en términos estrictos, los espacios de cowork se presentan como comunidades tanto significativas como hiper-flexibles, que sirven para recuperar (o parodiar) la idea de espacio de trabajo como espacio de socialización. Ya no vas a la oficina, tus compañeros son fotos de perfil en Slack. Tu jefe es otro. Tus clientes son otros. Pero necesitas estar sujeto a las mismas tensiones, alegrías, y formas de construcción de capital que te proveen otros espacios de socialización.
Entonces, vas a Wework. Y como sos una persona perceptiva, muy temprano te das cuenta de que el clima social de Wework es entre seco e infantil. Sos un perro saludable que se premia a sí mismo con barritas de granola. Ilustraciones estilo Corporate Memphis adornan las paredes. Todo está redondeado y alcolchonadito. Todo es colorido. Todo es un desastre. El espacio está diseñado con la cosmovisión del “quirky millenial humor”. Sólo falta un funko pop y algún chiste sobre laburar en pijama.
Office siren

No hay “office sirens” en WeWork.
Siento que la “office siren” es el ícono de las ansiedades de status de los GenZs más leídos. Básicamente, es una reversión de la heroin chic que, dentro de oficinas como mausoleos, reafirma su individualidad y su poder. Poder que es proyectado sutilmente, mediante afectaciones del officewear convencional.
La “office siren” (en cuanto arquetipo) se presenta como mujer del mundo corporativo que quiere seguir mostrandose como mujer, posicionarse como sexualmente deseable, y utilizar su habilidad para balancear opuestos peligrosos para construír poder.
Un videoclip muy reciente, de una canción de Taichu y Lali, parecería abrevar del lore “office siren”. Pero a tono con la falta de refinamiento, sutileza y, francamente, profundidad artística de la escena pop local, el video muestra a las artistas semidesnudas, en un contexto explícitamente lúbrico.
Básicamente, goonearon de más.
La “office siren” no es un ícono subversivo en cuanto “tetas”, es un ícono subversivo en cuanto recupera un mundo simbólico que ha sido erosionado por la pornificación de la cultura.
Por otro lado, es muy interesante el overlap entre la estética “office siren” y un revisionismo Y2K. En cierto sentido, con la malicia que caracteriza a mi condición, uno podría decir que las chicas, contestatarias, independientes, exigentes, ambiciosas, y crónicamente insatisfechas, están soñando con ser GenXers.
Hasta la semana que viene,
Aaron
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