Sloppy is good
Todos somos visionarios, nadie es un profesional.

Feliz miércoles,
Ojalá estés teniendo una buena semana.
Este artículo fue co-escrito con un amigo de la casa que insiste en mantenerse anónimo.
Mi canción de hoy es “Dance II” de Discovery Zone:
El escándalo que envuelve al gobierno argentino relacionado con el lanzamiento de la criptomoneda $LIBRA, monopoliza los ciclos de noticias nacionales y reverbera en todo el planeta.
Si bien circularon muchos proyectos similares a lo largo de 2024, este fue el primero que contó con un respaldo explícito de Javier Milei como presidente EN FUNCIONES.
Por lo que se pudo observar públicamente, el proyecto fue burdamente ejecutado:
- No aprovechó el poder memético intrínseco de Milei. En su lugar, se buscó una narrativa floja de papeles entorno a la inversión en activos locales.
- No contó con una comunidad coordinada e interiorizada más allá del tweet presidencial.
- La distribución de tokens fue obscenamente sospechosa.
En X.com, el asunto escaló rápidamente y al Presidente no le quedó otra que borrar la publicación con el contract address a las pocas horas, mientras el precio del token se derretía. Hace unos días Milei dió su versión de los hechos en TV, asumiendo la responsabilidad por su equivocación y explicando que él no es experto en materia de criptoactivos - algo evidente. La lógica del capitalismo tardío indica que un influencer no necesita ser experto en un producto para publicitarlo.
Pero, ¿Qué hay de los perpetradores? ¿Qué hay de los “background checks” de la gente que entra a la Casa de Gobierno a entrevistarse con un Jefe de Estado? Si bien es desolador pensar ese nivel de negligencia, durante las últimas horas gana fuerza la tesis de que esto fue una operación de desprestigio contra el gobierno y sobre todo, contra el círculo íntimo del Presidente.
Ahora bien, no está de más considerar que para que a uno lo operen tan burdamente, debe haber una vulnerabilidad previa que “el enemigo” puede explotar. Esta polémica no es una pura fabricación, si no el aprovechamiento de laxedades y debilidades reales.
Durante las últimas décadas, tech en general y Silicon Valley en particular se construyeron sobre una mitología de hombres del renacimiento. Por ser extraordinarios programadores, gerentes, o inversores, los íconos de Silicon Valley son tambien filósofos que han decodificado el alma humana. Armados con victorias pasadas y buen PR, podrían descollar en cualquier campo. Mi inversión temprana en BONTO! (adquirido por Qiqi en 2017) evidencia un intelecto superior, merecedor de una sociedad a su medida.
El mito del ingeniero-artista-filósofo-estadista con una inteligencia total, que no necesita experiencia o formación en otros campos para poder operar en ellos, se ve replicada en la construcción de Javier Milei como gobernante. En un país lisiado por problemas económicos crónicos, el genio total es un economista histriónico. Y su conocimiento de la escuela austríaca lo convierte por ósmosis en un gran gobernante, capaz no sólo de arreglar la situación económica del país, si no también de reclutar a un equipo capacitado y de lidiar con las miserias de hacer política.
En la praxis, el optimismo que despiertan estos personajes habilita un amateurismo sin precedentes. Un amateur puede ser talentoso, pero va a carecer de las heridas que acarrea intentar algo en serio. Un inversor que bloggea sus grandes ideas no está curtido ni por la academia ni por el criterio de editores inteligentes y dedicados. Y esa falta de experiencia lo hace tendiente a errores burdos.
Volviendo a lo que nos convoca:
Las consecuencias de la operación son difíciles de mesurar. Hasta que no se dé curso a una investigación formal, no estará enteramente claro si hay beneficiarios, ni si hay perjudicados. ¿Cuál el origen de los fondos y la propiedad de las billeteras que ingresaron a operar el token? ¿Cuántas transacciones fueron consecuencia de actividad automatizada? ¿Y si simplemente fue una transferencia de fondos de un lugar a otro y se usó la imagen presidencial como señuelo? Quizás se montó un honeypot para capturar a estafadores “recurrentes”.
Las hipótesis son verdaderamente infinitas y exceden a la visión simplista de un beneficio económico de particulares. Esto tampoco merece ser descartado, pero es un frente mucho más fácil de investigar que interpretaciones alternativas.
Lo interesante es que el hecho causó una crisis de confianza hacia dentro y hacia fuera del gobierno, y es quizás un perjuicio más delicado que el económico, suponiendo que hubo estafados. Esto hace pensar que quizás la negligencia de los creadores del token no fue tal, sino un modo de hacer el mayor enchastre posible corriendo la atención del objetivo real de la operación.
“Sloppy is good. Sloppy makes it look like the cartel did it.”
Nos vemos el domingo,
Aaron