Me quiero volver chino

Sobre las presiones culturales y políticas para volverse más chino que nunca.

Me quiero volver chino

Estamos en una guerra espiritual. El método del enemigo se basa en vulnerar nuestro sentido de realidad consensuada. Sus objetivos incluyen establecer una dinámica de confrontación radical e irreconciliable en todos los recovecos del discurso público, y privar a la población de las herramientas para construir mitologías - sistemas narrativos coherentes y de larga duración.

Suena marcadamente demodé, pero es cierto: estamos cortos de hechos y para peor, vamos perdiendo los dispositivos cognitivos para enfrentar el problema.

Más allá de "hechos" y flujos de información digeribles y confiables, el enemigo quiere que rindamos nuestra fuerza vital, nuestra líbido.

Deseo

Peter De Potter (2015, de la serie YOUNG KING NEW CASTLE)

La guerra cognitiva es guerra libidinal. La líbido se devía, se agota y se reforma para la satisfacción de las nuevas demandas del capital.

Pequeño ejemplo: Por estos días, circuló un artículo de Harper's sobre los "gooners", muchachitos que en lugar de tener sexo - o masturbarse durante lapsos de desconocimiento y vergüenza que siempre terminan en lágrimas, como una persona normal; eligen manipularse los genitales durante horas, consumiendo volúmenes indigeribles de pornografía.

Este ejercicio es llevado a cabo en busca de un estado de trance que, por supuesto, jamás llega. Si babearse encima mirando mujeres desnudas fuese el camino a la iluminación, cualquier taxista sería el Dalai Lama. Mientras tanto, los gooners pasan a tener una sexualidad basada en el consumo de contenido (gratuito o monetizado), el entrenamiento de algoritmos, y la comunicación digital. Más allá de un potlatch de líbido, el gooning es la contención de la líbido masculina, ya no mediante instituciones disciplinarias o códigos de conducta feminizados, sino mediante la gamificación. Los gooners se reúnen en Discord, plataforma para jugarlojueguito'. Hacen competencias de autoabuso y tienen rankings. Concentran su deseo en fanart pornográfica de personajes de videojuegos.

El gooning no es un potencial problema sociopolítico porque sea un ejercicio de libertinaje o un desperdicio de tiempo. Lo es por dos motivos:

  • Genera lazos de solidaridad y erotismo entre hombres - cosa que siempre es peligrosa. La historia de la especie humana fue forjada por hombres que se amaron.
  • Esto es mucho más claro en círculos gay adyacentes a la escena noise/industrial angloeuropea (donde yo encontré el término por primera vez, hace ya casi 10 años) - pero el gooning es la adoración a la pornografía. Como ya dije alguna vez, el espíritu necesita adorar y es capaz de adorar cualquier pelotudez.

Reencausándonos: Cuando me refiero a una guerra cognitiva/libidinal, por supuesto, no estoy hablando entre la guerra espiritual entre Oriente y Occidente, sino sobre la guerra espiritual en casa - la guerra entre el 99% de la gente y las fuerzas fantasmagóricas del capital financiero trasnacional.

Esto es algo que Daniel Kolitz, el autor del artículo de Harper's, también percibe. De hecho, especula que hace 50 años, cualquiera de los gooners que entrevistó habría sido un miembro más o menos funcional del cuerpo social.

¿Qué sucedió?

Abordemos brevemente la cuestión espiritual.

En parte, la retracción de instituciones religiosas convencionales y su reemplazo con el espacio de trabajo como lugar de construcción de significado. Tu misión es la misión de la empresa.

Ahora bien, cuadros técnicos en particular (y hombres en general) tienden a ser reticentes a esos rituales de construcción de sentido. Combinemos esta animadversión de base con ciertos rasgos esquizoides, y encontramos un porcentaje no-despreciable de la población masculina que está completamente deshauciado espiritualmente.

Ahora vayamos a la cuestión material.

Cada segundo cuenta

Hace algunas semanas, Uber lanzó una nueva plataforma dentro de su aplicación que permite a los conductores complementar sus ingresos realizando microtareas. Hasta el momento, esta nueva plataforma solo está disponible para conductores residentes en EE. UU., pero si las pruebas tienen éxito, podría habilitarse internacionalmente.

Estas "microtareas" suelen estar relacionadas a recolección y labeling de contenidos para entrenamiento de redes neuronales.

Por lo general, cualquier anuncio que haga una compañía tecnológica será recibido con entusiasmo - sin importar qué tan banal sea. Un CEO de un "unicornio" (compañía de tech valuada en $1B o más) puede anunciar que ha decidido disponer de unos torturados calzoncillos tras un accidente que los torna irrecuperables, y va a ser celebrado por su visión - siempre y cuando enmarque el suceso en una narrativa de auto-superación y lucidez estratégica.

Pero esta feature no ha sido bienvenida por casi nadie - incluso los aduladores compulsivos para quienes todo es maravilloso todo el tiempo, han ignorado este experimento u lo han reportado taciturnamente.

El software es la instrumentalizción de la ideología. Tech ha provisto grandes herramientas para profundizar la precarización de los trabajadores. Y el lanzamiento de esta feature de Uber visibiliza una vez más algo que fingimos no ver: Mucha gente está teniendo que dedicarle cada minuto de vigilia a intentar sobrevivir.

Añado que, en muchos casos, quienes se encuentran en esta posición de precariedad:

  • Se auto-reportan de clase media
  • En algún momento pasaron por una institución terciaria

Este modelo de teletrabajo basado en microtareas no es nuevo. Pero la AI race lo vuelve particularmente interesante, ya que las actividades de "human in the loop" necesarias para entrenar y optimizar LLMs son básicamente microtareas. Son necesarias, (normalmente) rápidas de completar y no requieren habilidades especiales, sólo que un organismo humano preste su intuición por un momento u realice alguna tarea que sea imposible para una computadora meramente porque carece de motricidad.

Las microtareas son el estadío superior de la precarización laboral. El trabajador lleva a cabo tareas no-especializadas a destajo. Por lo modestas que son, y por lo reemplazable que es el trabajador, estas tareas se pagan unos centavos - o, como mucho, unos poquísimos dólares. Ante el trabajador, dos entidades:

  • La primera media entre la mano de obra y el beneficiario final de su trabajo (mordiendo de los dos lados, obvio).
  • La segunda contrató a la primera para satisfacer sus necesidades. Los medios son irrelevantes, el trabajador es un casillero en un Excel que ha crecido más allá de las posibilidades de la supervisión humana.

Este modelo de trabajo puede remitirlo a uno a los "Bug Men" chinos. "¡Sí!", uno se convence, "este es un modelo en el que el ser humano es un engranaje en una máquina, nada más. No hay derechos humanos. Esto huele a pimienta de Sichuan y vueltos dados en caramelos."

Tengo una mala noticia.

Una innovación occidental

Por acto reflejo, uno asume que el trabajo basado en microtareas es el modelo chino.

Incluso quienes no están versados en materia geopolítica podrían improvisar una explicación vinculada a las cadenas de producción a gran escala. Y quienes lo están ya saben a dónde estoy yendo con todo esto.

Los chinos tienen un sistema político más adecuado para la economía basada en microtareas que los norteamericanos.

Además de las abominables violaciones a los derechos humanos, la mayor parte del malestar político que vemos hoy en Estados Unidos es resultado de la enorme brecha de expectativas entre la sociedad y el poder político - que siempre tiene que moldear a la sociedad según las necesidades del capital. Hoy, el capital quiere Bug Men autóctonos.

El trabajo por microtareas es una invención conjunta indio-norteamericana. La primera plataforma de microtareas fue Amazon Mechanical Turk (MTurk), lanzada en el año 2005. Pero el modelo de negocios de MTurk fue patentado en el año 2001 por Venky Harinarayan, un nativo de Bombay que estudió Computer Science en Stanford.

Considerando las décadas de estrecha relación entre el ecosistema tech indio y el ecosistema norteamericano (que lo expolió de mano de obra de todos los niveles, costos y estilos); y la formación de Harinarayan, podríamos llegar a proponer que el modelo de trabajo por microtareas es una innovación puramente norteamericana, el Fordismo del Siglo XXI.

Ahora bien, la organización del trabajo fija las condiciones materiales de la política. El modelo Fordista proveyó las condiciones materiales para el Estado de bienestar. Y el Estado de bienestar fue un gran competidor del modelo soviético.

En esta nueva guerra fría, tenemos un Occidente donde el trabajo está cada vez más precarizado. Y en Estados Unidos tenemos un clima político de creciente autoritarismo, polarización y censura. A quien cuestione este sentimiento, lo invito a leer cómo el Departamento de Estado ha celebrado públicamente la expulsión de inmigrantes que criticaron a cierto podcaster fusilado.

Si Occidente propone censura, autoritarismo y trabajo de bajísima calidad, ¿Qué modelo va a plantear China como alternativa? Si cada vez Occidente se parece más a esas historias terroríficas que nos han contado sobre la vida en China, ¿Qué va a ser China ahora?

Voy a cerrar con algunas preguntas que no sé cómo responder:

  • ¿No serían los trabajadores inmigrantes especialmente aptos para este tipo de rol social? ¿Por qué soltar a ICE en las calles y destruir a la clase media?
  • ¿Cuál es el objetivo final? ¿Quien sea más promiscuo en términos humanitarios, gana?
  • Hace poco vi un video de una muchacha norteamericana que se mudó a China y vive muy bien con U$S30K por año. ¿Garpa volverse chino?

Quizás ya seamos chinos. Quizás a la chineza le quepa la definición de queerness de José Esteban Muñoz:

"We are not yet queer. We may never touch queerness, but we can feel it as the warm illumination of a horizon imbued with potentiality… Queerness is essentially about the rejection of a here and now and an insistence on potentiality or concrete possibility for another world."

We are not yet Chinese.