El derecho a no ser nadie
Sobre el fin de la privacidad en internet

Buenas,
Continuando la racha iniciada el domingo pasado, hoy te traigo un overview en video de las dos fuerzas que están poniendo en riesgo la privacidad en internet:
- La negligencia
- La ley
Es, mal que mal, un análisis de la conexión entre el Online Safety Act del Reino Unido y la filtración de data de las usuarias de Tea, esa suerte de balde de cangrejos romántico.
Contame qué te parece.
Digital is for porn, paper is for sex

En otra noticias, hace unos días en Postdigitalist lanzamos nuestro el tercer drop de memos de predicción de tendencias. A diferencia de las primeras dos ediciones, este drop:
- Es larguísimo (tiene el doble de extensión que nuestras ediciones anteriores)
- Incluye mucha "data dura", graficada y contextualizada
- Sólo está disponible en papel
Produjimos un total de 50 copias, que se envían selladas al vacío y numeradas.
Algunas notas sobre hacer videos en internet
La única manera en la que puedo convencerme de escribir, interpretar, editar y subir un video es convenciéndome de que lo que estoy haciendo no va a competir con 3 eones de slop.
Si bien, para ser más o menos exitoso haciendo cualquier cosa, uno tiene que entender las convenciones del medio - y carajo, YouTube también tiene sus convenciones - explotar las convenciones en pos de un resultado numérico es una mala agenda creativa. Uno puede explotar las convenciones del medio en función de comunicar algo de forma efectiva. Y uno también puede emplear su criterio para subvertir/deconstruir las convenciones. Pero todo el arte interesante nace de convicciones que uno no va a negociar. Sin convicciones pero con el playbook de YouTube bien estudiado, cualquier éxito sería insignificante, porque cualquier cosa que se produzca sería perfectamente reemplazable. Por eso el contenido de Mr. Beast se encarece hasta el absurdo. Sus únicas ventajas competitivas son un entendimiento minucioso de cómo opera el algoritmo de YouTube y carretillas (a veces, literalmente carretillas) de dinero.
Estuve pensando al respecto, no sólo de cara a mis exploraciones en YouTube, sino también a ciertos experimentos en video corto que están tomando lugar en mi ámbito profesional. Quizás sea un asunto generacional, pero respeto mucho más el playbook de YouTube que, por ejemplo, el playbook de TikTok. La idea de maximizar la tasa de clicks en un video me resulta más simpática que la agenda por "detener el scroll". Respeto más a quien revisa un feed algoritmicamente curado en YouTube que a quien scrollea a toda velocidad por un feed de videos cortos, y uno nunca tiene que encontrarse trabajando para una audiencia que no respeta. Puedo tener diferencias con mi audiencia, puedo llegar a ellos por un momento, con una agenda comercialmente cargada, pero no puedo pensar que son bebés de 70 kilos a los que tengo que agitarles un sonajero delante del rostro para que me presten atención.
Bueno, quizás todos seamos bebés de 70 kilos y el riff que abre una canción, el primer fotograma de una película o un par de piernas sean sonajeros. Quizás mi prurito responda a que algunos sonajeros son mejores que otros. O a que la motivación de "parar el scroll" para arrojar dos minutos de factoides es innoble. Como planteó Sam Kriss en un brillante artículo reciente, la gente ya ni siquiera consume "contenido", consume su infrastructura de distribución. Quien patina el pulgar a través de la pantalla no está consumiendo videos cortos, está consumiendo el algoritmo de TikTok. "La danza" involucra algoritmo y atención. El usuario es la interfaz.
La canción que atrapa nuestra atención en los primeros segundos lo hace por su propio mérito, es maravillosa por sí misma, no es maravillosa por nosotros. No es maravillosa como parte de un plan para robarnos dos minutos de vida. Creo que al final del día, no estoy protestando el hack, sino todo lo demás.
Si el fascismo es la búsqueda del poder por el poder mismo, necesitamos un rótulo para la búsqueda de la atención por la atención misma.
Buena semana,
Aaron