Debajo, reproducimos con permiso del autor el primer capítulo de Vaporwave: Una estética de la nostalgia.
Vaporwave es la tesis doctoral de Nahuel Ortega y uno de los análisis más ricos del género que hemos encontrado en la lengua hispana.
El editor se tomó el atrevimiento de añadir enlaces y embebidos para enriquecer la experiencia de lectura. Al final del fragmento, dejamos un enlace para adquirir el libro completo vía Pravda.
Vaporwave, una arqueología de la nostalgia
Se podría afirmar que asistimos a una era de la nostalgia. Y si bien la nostalgia no es algo nuevo ni exclusivo de nuestra época, en el siglo XXI asistimos a un tipo de nostalgia particular. El avance de las tecnologías de la información y la conexión mundial a través de internet han transformado el mundo y la cultura de masas de manera radical. Esta transformación trajo consigo fuertes procesos de globalización cultural y un profundo sentimiento de pérdida que se manifiesta mediante signos de nostalgia cultural. Estos signos nos hablan del pasado, construyen una imagen cultural de un mundo al que ya no podemos volver.
Ante la pregunta inicial “¿Qué es el vaporwave?” afirmamos con seguridad que se trata de un género musical, más precisamente un subgénero dentro de la música electrónica. Pero si ahí finalizara nuestra respuesta, esta quedaría incompleta. Lo que nos proponemos es pensar el vaporwave como algo más que un simple género musical, queremos pensarlo como un arte crítico, que cuestiona la concepción moderna del tiempo asociada al progreso tecnológico.

La palabra vaporwave proviene de vaporware, un término peyorativo utilizado en el mundo de los negocios para describir productos que son extensamente anunciados al público pero que nunca llegan a ser puestos a la venta. Si bien no existe información certera sobre la etimología del nombre, se cree que el concepto hace referencia a la idea de Marx “todo lo sólido se desvanece en el aire”. Olas de vapor pareciera señalar una realidad ideológica, en la que la repetición constante crea un estado de trance escapista del mundo material y comercial.
Más allá de la broma, la ironía y el kitsch que caracterizan al género, un concepto general atraviesa a todas las obras por igual: la aesthetics. Podemos definir la aesthetics como el repertorio de imágenes y sonidos utilizados en el vaporwave, es la materialidad que define la estética del género a nivel visual y sonoro: palmeras, columnas y bustos romanos, tipografías japonesas, viejos ordenadores informáticos, publicidades y centros comerciales de los años ochenta.

Esta aesthetics habla principalmente del tiempo, y habla del tiempo de formas diferentes y sobre diferentes formas del tiempo, concibe múltiples temporalidades: la construcción que se hace del futuro, la utilización que se hace del pasado, el uso de la repetición y el loop en el montaje, la noción de atemporalidad que impregna de sentido las materialidades artísticas del vaporwave. Al utilizar como condiciones de producción materialidades audiovisuales de los años ochenta la alusión temporal más evidente es siempre al pasado. Pero no se trata de cualquier pasado sino de un pasado reciente, un pasado que es el antecedente directo de nuestro presente cultural y tecnológico. Entonces, el vaporwave toma objetos del pasado reciente para resignificarlos y poner en evidencia las consecuencias distópicas del progreso tecnológico en las sociedades capitalistas.
La nostalgia y los nostálgicos
Los nacidos entre 1981 y 1997 pertenecen a la generación Y, también conocidos como millennials. Una de las características claves de esta generación es su vínculo con la tecnología e internet. El nombre millennials hace referencia a los habitantes del nuevo milenio, ese grupo de personas que a raíz del nacimiento de internet, la expansión de la tecnología digital y el uso masivo de redes sociales, sufrieron cambios radicales en sus formas de comunicación y de establecer vínculos. Lo que nos interesa en particular de esta generación es su nexo con el pasado y el mundo vivenciado antes de la llegada de internet. El vínculo que los millennials mantiene con su pasado reciente se ve profundamente atravesado por la nostalgia. Los productores y artistas del vaporwave pertenecen todos a esta generación y sus obras están repletas de signos retóricos de una nostalgia cultural y tecnológica que constantemente obliga a revisar el pasado reciente.

En Retromanía. La adicción del pop a su propio pasado, Simon Reynolds se pregunta de un modo apocalíptico: “¿Puede que el peligro más grande para el futuro de nuestra cultura sea su pasado?” (Reynolds, 2011:11). Reynolds afirma que los 2000 fueron la década re: revivals, reediciones, remakes, retrospección, reciclado, géneros revividos y renovados, material sonoro reprocesado y recombinado; nunca existió en la historia humana una sociedad tan obsesionada con los artefactos culturales de su pasado inmediato, y nunca antes hubo una sociedad que pudiera acceder a su pasado inmediato con tanta facilidad y abundancia. Hoy ya no es necesario coleccionar discos para conocer los objetos culturales del pasado reciente, en YouTube se puede acceder a un sinfín de sonidos, imágenes e información que antes parecían inconseguibles.
Nostalgia como enfermedad y nostalgia romántica / Nostalgia reflexiva y nostalgia restauradora
La nostalgia, como palabra y como concepto, fue inventada en el siglo XVII por el médico Johannes Hofer para describir una condición que afectaba principalmente a soldados que luchaban en el extranjero y a personas que por distintos motivos habían abandonado su patria natal. Hasta el siglo XIX la nostalgia fue entendida como una enfermedad causada por la añoranza del hogar. Primero refería al anhelo de regresar en el espacio y no en el tiempo, pero luego abandonó sus asociaciones geográficas y se transformó en una condición temporal, la evocación melancólica del pasado como una época más feliz. En la modernidad, este romance con el pasado hizo de la nostalgia una aflicción incurable.
Svetlana Boym define la nostalgia como la añoranza de un hogar que no ha existido nunca o ha dejado de existir, un sentimiento de pérdida y de desplazamiento (Boym, 2001: 13). Boym entiende la nostalgia como la superposición de dos imágenes, la del pasado y la del presente, y advierte que cuando intentamos reducirla a una sola imagen “se rompe el marco o se quema la superficie”. Sin embargo, la nostalgia no está relacionada únicamente con el pasado. Boym sugiere que:
“las fantasías del pasado determinadas por las necesidades del presente, ejercen un impacto directo sobre las realidades del futuro. Al considerar el futuro, nos responsabilizamos de nuestros cuentos nostálgicos”.
Por su parte, Reinhart Koselleck propuso las categorías “espacio de experiencia” para dar cuenta de la asimilación del pasado en el presente y “horizonte de expectativa” para revelar el modo en que se piensa el futuro. Desde este punto de vista la nostalgia se manifiesta como un espacio de experiencia que no encaja en un nuevo horizonte de expectativas (Boym, 2015: 34).

En El futuro de la nostalgia, Boym esboza una tipología en la que define dos formas dominantes: la nostalgia reflexiva y la nostalgia restauradora. Como su nombre lo indica, la nostalgia restauradora sostiene un lazo de restablecimiento con el pasado, apreciado como una instantánea perfecta que no puede mostrar signos de decadencia, sino que debe mostrarse “eternamente joven”. Es la nostalgia de los monumentos y el nacionalismo romántico, de la historia como verdad absoluta, del pasado reivindicado como tradición. La nostalgia reflexiva, en cambio, está cargada de “una nueva flexibilidad”, comprende que la pérdida del pasado es irrecuperable, entonces medita sobre la historia y el paso del tiempo: la nostalgia reflexiva hace foco en el recuerdo personal, individual y cultural, cuestiona las verdades absolutas y pone en evidencia las contradicciones de la modernidad. El vaporwave, atravesado por la nostalgia reflexiva, retoma el pasado reciente para narrar, de un modo fantasmal, el abismo existencial causado por el progreso tecnológico.
Nostalgia y progreso
En la era de internet la nostalgia emerge como una consecuencia inevitable del progreso tecnológico. Boym señala que el siglo XX se inauguró con una utopía futurista y terminó dominado por la nostalgia, el progreso técnico no solo no curó la enfermedad sino que hizo que se agrave. El vaporwave expone el desplazamiento de una utopía futurista basada en el progreso tecnológico a una nueva narrativa distópica, en la que el futuro viene cargado de decepción.
En su libro Babbling Corpse, Vaporwave and the Commodification of Ghosts, Grafton Tanner se pregunta por el paradigma técnico dominante en la era digital y utiliza el concepto de “fantasmas digitales”, los fantasmas que sobrevuelan nuestras creaciones tecnológicas:
“…los fantasmas en nuestras máquinas nos recuerdan que nuestras creaciones tecnológicas no son infalibles, nos perturbamos cuando nuestras creaciones actúan por su propia voluntad” (Tanner, 2016).
Esto ya lo había pensado Murray Bookchin en La ecología de la libertad, cuando advertía que “por un lado, las grandes promesas de las innovaciones técnicas nos excitan, y por otro, nos vemos profundamente desencantados con sus resultados ”. Para este autor la promesa de la tecnología como progreso nos ha engañado y en lugar de darnos beneficios se ha vuelto en nuestra contra.
En Tesis de Filosofía de la historia, Walter Benjamin interpretaba el cuadro Angelus Novus de Paul Klee como el «ángel de la historia» que «ha vuelto su rostro hacia el pasado». Y en ese pasado no ve más que una catástrofe que amontona «incansablemente ruina sobre ruina», mientras el progreso, como un viento huracanado, lo empuja irremediablemente hacia el futuro.
Reproducido con permiso del autor. Podés conseguir Vaporwave: Una estética de la nostalgia vía Pravda Libros.