Un Gran Reino Real bajo Wes Anderson

Prólogo: Start Me Up

¿Por qué no hablar de Wes Anderson? Es tan buen momento como cualquier otro. Bah, siempre es buen momento para hablar de la obra del excéntrico realizador texano. Sin embargo, y por razones que se expondrán más adelante en este artículo, creo que nos podría ayudar mucho a comprender uno de los aspectos más engorrosos sobre la situación actual, y de la vida en general.  

Pero volvamos a nuestro tema por ahora, el cine del director de películas tales como Fantastic Mr. Fox, The Grand Budapest Hotel o Bottle Rocket, sin duda uno de los cineastas más celebrado de las últimas décadas. Y con justas razones, sus películas se han grabado en el inconsciente colectivo logrando algo que es muy poco común en el mundo del arte; reconocimiento instantáneo de la obra por parte del público (Ya sean legos a las cuestiones del séptimo arte), así también como avezados en el mismo.

Verán, Anderson tiene esa distinción de ser uno de esos realizadores que gracias a la carga estilística de sus películas, estas podrían ser consideradas su propio género. Son muchas las marcas del género Wes Anderson, a algunas me referiré a continuación.

Podemos nombrar desde sus famosísimas composiciones de cámara perfectamente simétricas, los snap zooms, las tomas en slow motion de personajes caminando; pasando por cuestiones que atañen más al diseño de producción como la preponderancia de maquetas, su paleta de colores pasteles, los vestuarios de épocas dispares a la que se retrata en la película (Véase The Royal Tenenbaums particularmente la ropa de Richie y Margo como ejemplos más que destacables de la disonancia entre el setting de la historia, y la ropa.); hasta llegar a técnicas narrativas asociadas a la presentación de sus films por ejemplo el recurso de la historia enmarcada para crear una metanarrativa (Como lo hace en The Royal Tenenbaums y The Grand Budapest Hotel, con los libros ficticios que comprenden las historias que nos son contadas en la pantalla.). 

El uso de los montajes con música de rock para mostrar beats que cambian radicalmente a los personajes (En The Darjeeling Limited hay una gran escena que involucra un funeral en la India al ritmo de The Kinks; aunque claramente a lo largo de su filmografía Anderson demuestra ser más parcial hacia The Rolling Stones que a cualquier otro artista.  ̶E̶N̶ ̶T̶U̶ ̶C̶A̶R̶A̶ ̶L̶E̶N̶N̶O̶N̶.), entre un sinfín más de cosas que de nombrarlas me ocuparían el resto del artículo y nunca nos iríamos de aquí.

Con esto, deben tener una idea más o menos somera de cómo se ve, se siente, y se escucha una película de Wes Anderson, y sé lo que deben estar pensando “Mierda Hipster”. Seguramente esa debe ser la imagen que se han pintado en su cabeza, la de un Auteur irónico, con mucha estética al pedo, y con la pretensión de ser tomado como alguna clase de arte súper elevado; o sea algo estúpidamente pretencioso. Y la verdad es que no los culpo. De hecho, les hago una pequeña infidencia: durante años también me lo pareció a mí mismo. Lo veía como todo un caso de sustancia por sobre estilo, un cineasta solo preocupado por lo estético que desperdiciaba grandes talentos tanto en frente como detrás de las cámaras para retratar sus cuentos de hadas hipsters. 

Sin lugar a dudas tenía al pobre de Wes en un lugar que haría que Michael Bay se sintiera HItchcock en comparación. Pero claro ese ya no es el caso, sino no estaría escribiendo estas líneas, y mi visión cambió cuando vi lo que había bajo todo ese barniz estético, bajo el rock de principios de los 60 y los extraños personajes vestidos en atuendos aún más extraños. Debajo de todo eso había una sensibilidad temática tan rica y tan profunda que me obligó a re-explorar la filmografía del Sr. Anderson ( ̶e̶s̶t̶o̶ ̶n̶o̶ ̶e̶s̶ ̶u̶n̶a̶ ̶r̶e̶f̶e̶r̶e̶n̶c̶i̶a̶ ̶a̶ ̶M̶a̶t̶r̶i̶x̶), y al verla bajo el contexto de esta descubri obras maravillosas que, sin pelos en la lengua y con una honestidad apabullante, nos ponen a nosotros como espectadores ante temas que comúnmente escaparíamos como los son el sufrimiento, la pérdida de la inocencia, la disfuncionalidad familiar y sus efectos en la vida adulta, y el más grande de todos -y el que más ha resonado en mí- la muerte. Todo esto siempre ha estado ahí, debajo de esa capa de petulancia, la cual una vez descubierta a la luz de estos temas se convierte en parte indispensable del género Wes Anderson.     

Capítulo uno: “Ruby Tuesday”

Miren, sé que solo hablar de cómo Wes Anderson ganó mi corazón cual galán de novela mexicana no hará que nadie nuevo experimente su cine; así que vamos a hablar más en concreto de una de sus obras, The Royal Tenenbaums.

Podríamos aventurar una breve sinopsis del film diciendo algo como: “un padre equivocado intenta reconciliarse con su familia excéntrica e improductiva de Nueva York tras haberse separado de ella” pero nos estarían faltando una cantidad impresionante de matices y detalles. 

La historia que Anderson y Owen Wilson escribieron (sí, ese Owen Wilson), narra el intento del egoísta ex abogado Royal Tenenbaum (Interpretado maravillosamente por Gene Hackman) por frustrar la nueva relación de su ex esposa Etheline Tenenbaum (Anjelica Huston), todo esto mientras que por primera vez en 22 años todos los hijos de la ex pareja están reunidos nuevamente en la casa familiar; entre los hijos se encuentran la retirada superestrella del tenis mundial y suicida depresivo, Richie Tenenbaum (Luke Wilson, en el que es quizás el mejor papel de su vida), la hija adoptada de la familia y dramaturga profesional Margo Tenenbaum (Interpretada por una más que soportable Gwyneth Paltrow), y el magnate recientemente viudo y padre soltero Chazz Tenenbaum (El siempre competente Ben Stiller es quien le da vida al personaje). 

Claro está que, como esto es un film de Wes Anderson, los niños Tenenbaum no podían ser ordinarios, y de hecho no lo son, durante toda su infancia los tres hermanos fueron considerados genios cada uno en su campo de expertise; logrando un éxito pasmoso a corta edad en áreas tan dispersos como el tenis, el teatro y los negocios. Por supuesto, con el correr de los años la negligencia de Royal como padre, la prematura separación de sus padres y los golpes propios de la vida de cada uno (amores prohibidos, vicios, la pérdida de un ser amado) hacen que los niños vuelvan al nido justo en el momento que el infame Royal hace su movida, motivado más bien por la satisfacción de ver a Etheline condenada a la soledad que por una necesidad sincera de volver y enmendar las cosas con su familia. Y es así, con un falso diagnóstico de cáncer terminal, y abusando del cariño de su ex esposa y de su hijo favorito Richie, que Royal vuelve a la vida de su familia y comienza una historia tragicómica sobre la familia, las marcas del pasado, y como la redención es posible hasta cierto punto.

La película nos sumerge desde sus primeras tomas en un tono irónico y se enmarca como una comedia que en su centro tiene a los titulares Tenenbaum (junto al colorido elenco de personajes que uno viene de esperar de Wes Anderson). Y en el centro de dicha comedia, y como presencia comandante del film esta Royal Tenenbaum, – paréntesis para reconocerle el gran trabajo a Gene Hackman, quien da una de las mejores interpretaciones de su periodo tardío, solo 2 años después del estreno de este film el veterano actor de películas como “Unforgiven” y “Superman” anunciaría su retiro definitivo de las pantallas-.

El Royal de Hackman es ácido, irónico y negligente, pero con un carisma que hace imposible para el espectador estar totalmente en contra de él; otra de esas virtudes que solo vemos en los grandes filmes: nadie es totalmente malo ni bueno, sino más bien se debaten en un gris que tiñe el contexto de sus vidas y el porqué de sus acciones en escena. Cabe destacar que Gene Hackman siempre fue una persona difícil de tratar y en esta película no sería la excepción, chocando con el director y sus compañeros de elenco a diario llevando a que algunos de los involucrados en la producción tomarán medidas más drásticas para con su persona (Gwyneth Paltrow por ejemplo le retiró la palabra totalmente; y Bill Murray llegó a amenazar con golpearlo si volvía a retrasar la producción con sus quejas). En la mayoría de los casos esto sería una gran contra para la producción, pero en este caso creo que fue para mejor ya que se le dio una capa más catártica a las actuaciones del resto del elenco en relación al personaje de Hackman. 

En lo que al elenco restante se refiere. los personajes, como es típico de un film de Wes Anderson, rebosan de excentricidades y manierismos que los hacen inconfundibles y muy entretenidos de explorar y componer para cualquier actor; si bien en líneas generales son serviciales a lo que se les exige creo que aquí, el otro que merece aplausos es Luke Wilson quien, en la piel de Richie Tenenbaum, encuentra una zona segura para explorar las emociones de la tristeza más profunda y la ira reprimida, así también como da gala de un más que adecuado talento para la improvisación (hay una escena particular en donde varios actores se sorprenden con una acción que éste improvisa, pero que al ser vista en el contexto de la historia de su personaje se vuelve algo de lo más natural).

Sin dudas las actuaciones en The Royal Tenenbaums solo ponen de relieve lo metódico, calculado y preciso que es Wes Anderson a la hora de llevar su visión a la gran pantalla. 

A su vez, el director lleva adelante su visión desde otras áreas como es el guión, ya de por sí particular en cuanto a su estructura y presentación de una historia enmarcada en una novela dividida en capítulos (Los cuales en su mayoría son precedidos por breves narraciones a cargo de Alec Baldwin) y la estructura no obedece a la narrativa tradicional, no tenemos una historia con tres actos perfectamente divididos sino más bien dos actos marcados en su cambio por lo que motiva a Royal a volver con su familia (en la primera parte motivado por la codicia y una suerte de venganza enmascarada, mientras que en la segunda su cambio es mucho más altruista y honesto; diríamos incluso que vuelve por amor). Sin duda, esto hace que la narrativa se sienta mucho más orgánica y enfocada que en otras películas del texano. 

A pesar de todo lo anterior, sí hay una crítica para esgrimir al guión está en su primera parte (aproximadamente, en los primeros 15 minutos de la película), en la cual Wilson y Anderson establecen las historias de la familia Tenenbaum y sus allegados en una secuencia que, si bien nos da una mirada muy necesaria del mundo interior de cada uno de los personajes y cómo estos se entrecruzan y lastiman entre sí, se toma demasiado tiempo de una película que dura poco más de 100 minutos. Sé que son estas cuestiones las que pueden alejar a algunos de la película al primer golpe de ojo, pero todo este resquemor inicial se ve más que compensado hacia el final cuando cada arco recibe su merecido pay-off.

Siguiendo con esta proto review y en lo que refiere al diseño de producción, la dirección y los vestuarios, más allá de que son perfectos para la historia y los personajes que vemos en pantalla, sin dudas Anderson tiene su gran fortaleza en este aspecto: en contarnos muchos detalles más de la historia por medio del set. Los vestuarios y la música, detalles que se vuelven trascendentales en algunos casos (como en su película de 2007 The Darjelling Limited) para cerrar el mensaje de sus obras, además de que son sin dudas caviar para los sentidos (nuevamente, si sos fanáticx del rock británico de los 60s, no sé qué haces que no estás devorando la filmografía de este caballero.). 

Después de todo, quizás sí sea un gusto adquirido, con todas sus extrañezas, excentricidades y estilo irónico; pero uno que sin dudas no van a querer soltar después de probarlo. Como las dorogas, vió. Y como las dorogas no puedo hacer más que recomendar The Royal Tenenbaums. Es una gran película para estos días, y una excelente puerta de entrada al mágico mundo de Wes Anderson

Capítulo dos: “Died tragically rescuing his family from the wreckage of a destroyed sinking battleship”  

Pero… A decir verdad, hay otra razón por la que hoy les presento la obra de Wes Anderson. No, no es el estreno en algunos meses de su nueva película The French Dispatch. En otro contexto quizás ese hubiese sido el caso, pero no hoy. Verán, estimados lectores, como sabemos estamos en el medio de una pandemia global, el famoso Covid-19) está asolando al mundo, muchos están enfermos, muchos otros creen estarlo y aún más, estamos en el limbo de la incertidumbre sin saber qué será de nosotros y el mundo que nos rodea. 

Todos estamos así, líderes mundiales, famosos, personas de a pie, empresarios pequeños y grandes, absolutamente todos estamos rodeados de la incertidumbre de los tiempos que corren… Todos salvo la muerte claro está, ella está segura de que llegará, no se impacienta, está tan segura como lo ha estado desde siempre, sabe que quizás hoy por hoy tenga que trabajar horas extras, pero no le pesa. Después de todo está segura de lo que ocurrirá… Y eso nos aterra, no saber cómo ni cuándo llegará ante nosotros (ya sea por la pandemia, el colapso económico que viene, o por el simple azar de la existencia). Nos aterra y nos hace despreciarla, rehuirla, y pensar las cosas más temibles solo con tal de no confrontar con la idea más básica de que todo ser vivo debe confrontar la de su propia mortalidad. Nos volvemos paranoicos y sumisos a todo aquel que nos augure una posibilidad de prolongar un tiempo más lo inevitable. 

Triste, muy triste es pensar que hoy más que nunca vivimos así. Y aún lo es más pensar que quizás no lleguemos a tener la catarsis que la muerte implica, ya sea la propia o la de un ser querido. Los tiempos que corren nos han llevado a esa incertidumbre. 

Es por eso, que hoy los apunto en la dirección del cine de Wes Anderson; un cine colorido, tendiente a la comedia, lleno de personajes extravagantes y situaciones desopilantes; pero con una riqueza temática que rivaliza con lo que los grandes han hecho antaño. Es una puerta de entrada a amigarnos con las ideas más oscuras que circunvalan la experiencia humana: el desamor, la pérdida de la inocencia, el pasado y sus heridas; y por sobre todo la muerte. Fenómeno que aparece en el cine de Anderson no como un miedo, ni como una posibilidad lejana, sino como una realidad concreta que nos llega a todos tarde o temprano; sea a un niño, a un perro, al manager de un hotel o al protagonista de la historia, nadie está fuera de su alcance. Pero a la vez nadie detiene el flujo de su existencia por ella. Los personajes en las películas de Anderson, si bien conscientes de la muerte de muchos otros personajes de la ficción, la ven como un evento más de su vida, es solo el silbato final del partido; lo que marca el tiempo que se tiene, no como se usa, eso lo marcamos entre todos, ya sea que dentro de nuestras posibilidades lo usemos para cambiar el mundo, cumplir nuestros sueños, o reconectarnos con nuestra familia (como lo hizo el amigo Royal). 

Es en este aspecto donde siento fervientemente que el arte en su totalidad debe intervenir como catalizador de la idea de mortalidad, debe ayudarnos a entenderla y a no temerle, y a pensar quizás en el mejor epitafio para la vida que llevamos. 

Solemnemente les pido que le den una oportunidad al cine de este maravilloso director. En estos tiempos tan inciertos quizás sea de ayuda. Al menos como punto de partida para comenzar a hablar de lo que vendrá. Algunos perderemos abuelos, padres y amigos, y el consuelo parece hacerse esperar. Pero no tiene por qué ser así. Anderson nos pone de manifiesto esto mismo en sus películas: la muerte es una parte más de nuestras vidas, vidas que narradas auténticamente forman novelas, y cuyos epitafios formarán los prólogos más dignos; así como lo hace el título de este capítulo para con uno de los personajes del Sr. Anderson.

Epílogo: “Paint it Black”

Nuevamente, gracias por leer. Personalmente, pienso que para tratar la muerte por medio del cine de Wes Anderson quizás hubiese sido mejor hablar de The Darjeeling Limited. Pero no es su película particularmente accesible. Además, soy parcial a las desventuras de los Tenenbaums. En fin, quería dejarlos con esa aclaración y decirles que estoy atravesando un poco de esta incertidumbre hacia la muerte yo mismo: por eso este artículo y los que vendrán la abordarán desde la perspectiva del cine. Buenas noches y gracias por asistir a mi pequeño ejercicio terapéutico, los espero en el próximo.