Shitposting: ¿Hay Alternativa?

Estas no son sino las notas que pretendían dar forma a mi participación en “Pésimas noticias para gente acostumbrada a las malas noticias”, nuestro evento del sábado pasado. Nuevamente, agradezco a los asistentes y aseguro a quienes no pudieron acercarse que una grabación estará disponible en los próximos días.


Para comenzar, creo debido hacer justicia al título, al nombre de este evento. ¿Cuáles son las pésimas noticias a las que alude? Oh, bueno – todo clickbait. Para ustedes, nuestros lectores, estas no serán noticias: Pasamos gran parte de nuestra vida en espacios corporativos, por lo tanto, nuestras relaciones son vigiladas, evaluadas y manipuladas para generar ganancias, esto afectó severamente nuestra manera de relacionarnos, y el arte está muerto. 

El asunto, y lo que nos interpela como pasquín comunista este año es cómo vivir en internet, cómo relacionarnos y cómo “hacer arte”, sabiendo esto, y a pesar de esto. 

Hace un tiempo, encontré un artículo autorado por un manojo de artistas-estudiosos, titulado The Modern Creator’s Paradigm — A Reason for More Critique and Accountability” .

En él, básicamente, se plantea este paradigma del creativo moderno como un ciclo de falta de responsabilidad creativa, porque en internet las herramientas están a la mano, publicar en redes sociales o blogs sencillos es más o menos gratis – por lo que se publica cualquier cosa. El acto de consumo se da sin una gran evaluación previa del consumible. Uno consume y en su consumo valida esa creación. Como lo consumido es considerado exitoso, y todos perseguimos el éxito, nuestros estándares culturales bajan. A eso se suman las corporaciones, que ven el éxito de un consumible pobre, y no vienen a mejorar las cosas con dinero – el dinero, en el arte, debería significar más recursos, más tiempo, mejor calidad – en este caso, el dinero sólo vuelve el proceso incluso más rápido. Esto genera una clase de producto cultural muy particular, al que el blogger Venkatesh Rao se refirió, hace unos años, como “premium mediocre”. Algo caro y pésimo o underwhelming al mismo tiempo, que tanto productores como consumidores pretenden que es lujoso. Y esta situación, los autores plantean, desincentiva a los creativos, que van a producir material sin estándares ni autoinflingidos ni demandados por un establishment que los contenga.

Los tiempos de producción de material para internet son cada vez más cortos, incluso si uno no cuenta con una estructura corporativa. Porque actores corporativos y no-corporativos compiten en el mismo lugar, y cuando actores no-corporativos ganan, se convierten en empresas. Porque el futuro tiene forma de empresa.

Quienes no somos actores corporativos, tenemos que pretender que lo somos en el ritmo de nuestra producción. Por otra parte, los actores corporativos en internet toman una estética de falsa genuinidad, de approachability, pretendiendo, en muchas ocasiones, ser indistinguibles de actores no-corporativos. 

Sucedió hace un tiempo, en Youtube, con una serie de canales – uno sobre “drama”, chismes entre youtubers, otro sobre ciencia, etc. – varios canales destinados a distintos nichos. Sus videos eran animados, pero estaban narrados por un individuo X, representado por la animación. Hubo un quilombo de la gran flauta cuando la gente aprendió a sumar y se dio cuenta de que había una empresa detrás de todos estos canales. La autenticidad manufacturada es un juego doble en el que se pretende que las empresas parezcan individuos y que los individuos funcionen como empresas. Cualquiera que esté al tanto de los círculos de emprendedores-corporativos-freelancers con aspiraciones ha escuchado un término grosero “personal branding”, explicado como “uno es una marca”.  Siempre me pareció innecesariamente alienante, neolib y Patrick Batemanesco, este término, pudiendo usarse otros como “personaje” o “persona”

Hace un tiempo, absolutamente borracho y golpeando la mesa para marcar el ritmo de mis palabras, le expliqué a Insubordinante por qué admiro a Moria Casán. Hay un genio irrefutable en cómo Moria Casán se refiere a sí misma en la tercera persona. Ella es Moria Casán, pero Moria Casán no es ella. Los actores del Old Hollywood usaban nombres artísticos. Tenemos ejemplos millenials en Lady Gaga, Orville Peck y Lana Del Rey: Hay una dualidad entre la persona pública, que está, también, embebida de la obra de arte, y la persona privada, a quien se le permite, dentro de lo posible y lo redituable, ser un desconocido.

En internet, todos somos productores y consumidores de contenido todo el tiempo. Y cualquier hijo de vecino tiene un volumen de atención que quizás no buscó y para el que no está preparado. Todos estamos, en menor o mayor medida, en el ojo público. Y nuestra posición es inestable, en cualquier momento puede salírsenos de control. Pero no sé si todos estamos preparados para lidiar con esta dualidad – para pilotearla. A menudo me aparece en Instagram algún anuncio de un tipo que vende materias primas para la fabricación de pastas. El tipo tiene aproximadamente 30 mil seguidores. ¿Está preparado para ese nivel de atención? ¿Por qué pretendemos que eso no es necesario? ¿Por qué no nos damos cuenta de que tener 30 mil, 40 mil personas – más personas que las que uno está neurológicamente preparado para conocer personalmente-  viendo lo que uno hace es algo para lo que prepararse? ¿Por qué lo naturalizamos?

Oh, bueno – esto es una enorme tangente. Volviendo al tema del arte, que es, al fin y al cabo, lo que quiero tratar: ¿Cómo hacer arte en este contexto, en el que todo el mundo tiene una audiencia y todo el mundo es más o menos una empresa? 

Opción A: Producir a un ritmo corporativo, con pretenciones de publicación seria. Resultado: Premium mediocre.

Opción B: Meter dos o tres artículos por semana, a veces sobre tópicos oscuros y rezar. Resultado: Ahogarnos en un mar de publicaciones más grandes cuyo calendario editorial es tirar mierda a la pared y ver qué se pega.

Opción C: Ir a las oficinas de Netflix armado, pedir cinco minutos con el CEO y ser neutralizado en el acto.

Opción D: Shitposting

El shitposting es un saboteo del juego. No voy a ir a por el juego de espejos del premium mediocre, no voy a intentar una producción seria a un ritmo frenético, respeto el proceso creativo como para saber que las cosas toman tiempo y no pretender lo contrario. No voy a ser un actor corporativo, por lo tanto, no voy a producir algo que juegue dentro de los estándares de lo vendible. No voy a hablar en serio, y no voy a vender mis bromas como humor respetable. El shitposting, como se hace mediante memes, también acepta y trabaja con esta situación en la que uno crea y consume. Los memes son diseños para hacer diseños.

Esto es todo lo que tenía para decir.