Antes de comenzar, me disculpo por el anacronismo comercialmente errado de reseñar un filme de 2018 que todo el mundo ya vio y todo el mundo ya alabó.
Pero, este es el asunto: Hereditary (Dir. Ari Aster, 2018) no sólo me gustó. Tuve pesadillas después de ver Hereditary. Y fueron pesadillas adultas. En este artículo, pretendo explicar por qué.
Introducción
A comienzos-mediados del año pasado, comencé un proyecto con una premisa bastante sencilla: Ver tantas películas de terror como fuese posible. Este proyecto tuvo dos motivaciones.
Una fue mi afinidad de larga data para con el género.
Siempre me interesó el cine de terror en cuanto estética y por su huella cultural.
Siento que el género del terror es terreno fértil para lo experimental, porque no se le pide al cine de terror que sea inteligente. No se le pide que sea conmovedor, ni se le pide que enseñe cosas. No demanda grandes actuaciones. Empieza con bajas expectativas, y esas bajas expectativas le dan a prodigios la libertad creativa que necesitan para hacer grandes filmes. Ejemplo: Mandy (Dir. Panos Cosmatos, 2018).
Pero, la idea de que el cine de terror “es menos cine” que el drama, si bien mainstream, le puede resultar un poco anticuada a los cinéfilos. En especial, a los fanáticos del terror de A24.
La segunda razón, que hizo realmente posible al proyecto, fue mi desensibilización, consecuente con meses de consumo consistente de material de true crime.
Llegó un punto en el que me encontré realmente capaz de disfrutar la violencia caricaturesca y los villanos esterilizados del cine de terror, porque sentía que nada podía equipararse con las desgracias que suceden a diario y a la crueldad real de gente real.
Ésa desensibilización me puso en una posición ideal para disfrutar el género en cuanto exploración artística. Hereditary (2018) fue la primera de las películas de terror que vi durante mi proyecto, que me generó una reacción tan visceral como las instancias de crueldad real a las que me acostumbré. Y aquello que me sensibilizó de la cinta no contradice mis nuevas sensibilidades actuales.
Si bien las escenas sobrenaturales están excelentemente ejecutadas, las sensaciones más escabrosas que genera Hereditary provienen de aquellas desgracias que sufren la familia protagonista, y que cualquiera, técnicamente, podría sufrir.
En ese sentido, se puede decir que el terror A24 es terror adulto. Pero no siento que su uso de narrativas dramáticas como base lo haga más rico o meritorio que otros estilos.
Hereditary: Exponente cabal del terror A24
El terror producido y distribuído por A24 suele caracterizarse por preocupaciones estéticas refinadas y un subtexto, si se quiere, humanista o de crítica social.
El terror A24 balancea componentes sobrenaturales (o no tanto: véanse X y Pearl de Ty West) con una trama movilizada por factores “naturales”.
Cintas anteriores, como The Vvitch (Dir. Robert Eggers, 2015) lidiaron muy bien con este balance. Pero Hereditary lo logra completamente.
Si bien los últimos 45 minutos del filme son movilizados por factores sobrenaturales, el momento más conmovedor, emocionalmente cargado y espeluznante de Hereditary llega luego de la marca de los 30 minutos y puede explicarse perfectamente sin suspender el descreimiento.
Si le quitasemos el encadenado sobrenatural, Hereditary seguiría siendo uno de los films más escalofriantes que vi en mi vida. Justamente, lo es porque sería una película de terror, incluso si fuese un drama.
En cierto punto, es una versión naturalista de Possession. Possession (Dir. Andrzej Żuławski, 1981) tiene un tono surrealista, acartonado y pesadillezco. Las calles están vacías, los interiores están diseñados de una forma laberíntica y extraña. Pero más allá del monstruo que motiva la psicosis de Isabelle Adjani, podría decirse que Possession es simplemente una cinta sobre el divorcio. Un divorcio es un proceso traumático, solitario y pesadillezco en el que las cosas cambian de un momento para el otro, y de repente uno encuentra a su pareja entregada a una vida criminal, en compañía de un monstruo sexual.
En cierto punto, el acartonamiento y el absurdo premeditados en Possession son el acartonamiento y el absurdo accidentales en The Room (Dir. Tommy Wiseau, 2003).
Hereditary es una película de terror que logra su punto cúlmine con la muerte de Charlie. Y durante el resto de la película, el luto complicado de la protagonista se convierte en ira y caos que nadie parece equipado para contener.
Las actuaciones son brillantes y los momentos sobrenaturales están excelentemente ejecutados. Es una película que va en dos direcciones y triunfa en las dos. Es una película de terror sobre brujería y sectas – pero también es un drama pesado sobre el luto.
¿Películas que intentan este espíritu doble y fracasan?
Aquí una lista corta:
- Mother! (Dir. Darren Aronofsky, 2017) – Es lentísima y pretenciosa.
- Us (Dir. Jordan Peele, 2019) – Es demasiado superficial, tiene una escena al final en la que un personaje te explica la trama.
- Relic (Dir. Natalie Erika James, 2020) – Mal planificada, tosca, no logra el balance que pretende.
Camp
Me resulta interesante comenzar a analizar un filme de terror (o una moda en el género) sobre la presunción de que usamos el terror para enfrentar miedos sociales o personales. Esta idea metafórica del terror puede dar lugar a críticas interesantes o atinadas. Pero tambien puede quitarle el encanto a un filme. Esto me recuerda un poco a la acusación que Keats le hizo a Newton en Lamia, y que dio título a Unweaving the Rainbow, de Richard Dawkins. Básicamente, que explicar ciertos fenómenos es quitarle el encanto.
En el terror no encontramos algo tan místico o profundo. Naturalmente, mi queja se siente menos importante. Pero explicar un filme en términos de su contexto cultural puede hacerlo menos divertido. En especial, cuando se trata de una pieza camp.
Una de mis películas favoritas es Nightmare on Elm Street (Dir. Wes Craven, 1984). No la prefiero porque sea profunda o porque sea conmovedora, sino porque es una obra divertidísima y perfectamente estilizada. Es bizarra, es graciosa, es low-brow, es rítmica.
Si se quiere, hay dos grandes ramas del terror (más o menos) contemporáneo:
- El terror A24
- El terror camp
El terror camp, envalentonado por una audiencia desensibilizada, puede derrapar al gore. Un gran ejemplo es Terrifier 2 (Dir. Damien Leone, 2022), que es menos filme que Nightmare on Elm Street. Tiene una visión mucho más accidentada, un tono menos self-aware y un.
Por otra parte, mientras Nightmare dura una hora y media, la secuela de Terrifier dura 138 minutos. ¿Y para qué?