Occidente es gay

Nota del autor: Esta no es si no una traducción de mi artículo “The West Is Gay”. Agradezco infinitamente a Lirio, autorx de la adaptación inicial, que me tomé el atrevimiento de editar.

Presentar la homosexualidad como enemiga de “la sociedad occidental” y como factor en la caída de imperios es conspiranoia irrisible e históricamente desacertada.

El discurso tradicionalista tiende a presentar la homosexualidad como una especie de amenaza insidiosa a la estructura orgánica de la sociedad occidental, una que está llena de alegres y heterosexuales familias, cuyas referencias tienden a ser acompañadas con retratos naif de niños rurales sonriendo, madres tiernas y atentas, padres masculinos y labriosos, y un campo de trigo o girasoles, tan dorados como el cabello en sus cabezas.

Las raíces de nuestra civilización fueron regadas por homosexuales. Los perfiles online de neofascistas podrían ser sintetizadas en un collage presentando esas escenas rurales heterosexuales, y estatuas confeccionadas con una homoerótica apreciación por la figura masculina. Hombres a los que nos referiremos como, según nuestras categorías contemporáneas, gays o bisexuales, no son los enemigos de occidente, sino sus fundadores. La imaginación helénica fue intensamente homoerótica, y el sexo y romance homosexual eran los pasatiempos de tales como Platón, Socrates, y Alejandro Magno. La civilización por la que los neofascistas lloran en admiración y alegría es una donde la prostitución masculina estaba legislada.

En un excelente artículo publicado en el 2013, Paul Chiariello nos provee una cronología examinando las actitudes con respecto a la homosexualidad a través de la historia de Grecia, el Imperio Romano, y Japón, buscando una potencial correlación entre la homosexualidad y el colapso. Concluye:

“Parece claro que el alzamiento de Roma se corresponde con posiciones más liberales con respecto a la homosexualidad y su estricta posición anti-homosexual se corresponde con su desintegración. Si esto es indicación de algo, es que la aceptación de la homosexualidad es necesaria para que la sociedad florezca”.

EL CULO DEL TWINK, destructor de civilizaciones

En una charla, la “feminista anti-establishment” Camile Paglia propuso una conexión entre la androginia y el colapso de la civilización. Se refirió al Imperio Romano como ejemplo. Cito:

“…Yo siempre he estado fascinada con el tema de la androginia… la he explorado en la historia. Mientras más la he explorado, más me he dado cuenta que, históricamente, el movimiento hacia la androginia ocurre en las etapas tardías de la cultura, mientras la civilización comienza a desenmarañarse. Puedes verlo una y otra vez en… el arte griego, donde de repente ves que está ocurriendo. Repentinamente… las esculturas de hombres jóvenes, atletas, desnudos y atractivos, que solían ser muy robustas en el período arcaico, de repente comienzan a parecer fideos húmedos.

Los individuos que viven en tales períodos, en los períodos tardíos de la cultura, ya sea en la era helénica, ya sea en el Imperio Romano, ya sea en la Década Malva de Oscar Wilde en los años 1890, ya sea en la Alemania de Weimar… la gente que vive en tales periodos siente que es muy sofisticada, son muy cosmopolitas. [voz chillona] Homosexualidad, heterosexualidad, y qué, todo vale, y así. Pero desde la perspectiva de una distancia histórica, se puede apreciar que es una cultura que ya no creé en sí misma.

Y lo que invariablemente obtienes, son personas que están convencidas del poder de la masculinidad heroica, en los extremos. Ya sean los Vándalos, los Hunos, o los barbaros de ISIS, empiezas a verlos amasándose por fuera de la cultura, y eso es lo que tenemos ahora mismo.

Hay una tremenda —sino aterradora —desconexión entre la obsesión con el movimiento transgénero en nuestra propia cultura, y lo que está ocurriendo ahí afuera…

 Bien, ¿por dónde comienzo?

El diablo es femenino

Esto es, cómo nos muestra Paul, históricamente erróneo. Por otro lado, la idea de la “feminización” del hombre como una fuerza de colapso cultural es presentada en términos enervantemente vagos. ¿Qué es feminizar hombres? ¿Es celebrar a los hombres delgados y elegantes en el arte? ¿Es la deconstrucción de los rasgos más perniciosos en la masculinidad, feminizar hombres? ¿Los hombres realmente están siendo feminizados, o Paglia, basandose en el comportamiento de, por ejemplo, sus estudiantes de arte, está juzgando a todos los hombres?

En el condenado y amanerado occidente, hay una industria multimillonaria dedicada a producir, promover y distribuir películas en donde el mundo es salvado por hombres fuertes y masculinos. Los actores que interpretan a estos héroes suelen incluso poner su salud en riesgo para lograr cierta musculatura. Hay también una industria multimillonaria dedicada a ayudar los hombres a emular esa figura deseada. Si bajara las escaleras y caminara veinte cuadras, en cualquier dirección, en mi camino encontraría al menos tres o cuatro gimnasios. El físico viril es tan celebrado y deseado como puede serlo.

En el condenado y amanerado occidente, hombres fuertes, crueles, masculinos y occidentales están siendo ascendidos a posiciones de liderazgo. No escondemos la masculinidad, la enaltecemos, rogamos por su Estado policial.

Podríamos argumentar que la repentina búsqueda para que hombres rudos nos dominen es una corrección esta feminidad. Pero no. Lo que Paglia hace es igualar la feminidad con el caos. La equivalencia es insostenible.

Cuando el mundo se vuelve confuso, necesitamos figuras protectoras. Necesitamos alguien que tenga todas las respuestas y que nos asegure que todo estará bien. Estos daddies no son una corrección a la feminidad, vienen a salvarnos de nuestros miedos, con todos los grandes valores que la hipermasculinidad contiene: Rudeza, pensamiento binario, disciplina, etc. 

¿Qué hacer?

Supongamos, por un momento, que aceptamos los dichos de Paglia: los hombres están siendo feminizados, la distinción entre gente homosexual y heterosexual está siendo reducida a la irrelevancia, la gente trans es aceptada, y éstas son señales de inevitable catástrofe”. ¿Qué deberíamos hacer? ¿Hay alguna solución además de la censura y la discriminación? ¿o somos simplemente reporteros objetivos de la debacle de nuestra civilización? ¿Podemos expresar este reporte de tal manera que no sea leído como una llamada a las peores acciones posibles?

Chicos, crecimiento y destrucción no son equivalentes

Siento que esta conversación es un muerto viviente, pero fue el contexto de mis primeros recuerdos sobre la idea de “los gays” cómo amenaza a las instituciones que aglutinan a la sociedad.

La idea de que el matrimonio igualitario destruyo o erosionó la institución en sí es ridícula. En realidad, hay un argumento radical en contra de incluir a la gente gay en la institución del matrimonio. El argumento no es homofóbico, pero anti-matrimonio. Citando a Against Equality:

“…el matrimonio gay tapa el privilegio hetero y le permite a todos olvidar que el matrimonio no es una garantizador de derechos tales como a la salud. En su constante invocación por el ‘derecho’ al matrimonio gay, homosexuales y lesbianas expresan un enredo de deseos y sueños. Claman oponerse a la ideología de la derecha conservadora, sin embargo, insisten en que son más morales y por lo tanto más merecedores que nosotros los promiscuos. Dicen que simplemente quieren los famosos 1000+ beneficios que lo acompañan, pero todos estos, como el derecho a tener protección en casos de violencia doméstica, podrían estar disponibles para parejas no casadas.

Desearíamos que los activistas por el matrimonio gay simplemente lidiaran con eso: su visión del matrimonio es igual a la de la derecha, y lejos de crear ¡IGUALDAD PARA TODOS AHORA! como insisten (en mayúsculas y signos de exclamación, para colmo), el matrimonio gay incrementa la desigualdad, al perpetuar un sistema que sostiene que las personas casadas son más merecedoras de cosas básics como la salud y derechos económicos…

Tengo algunas diferencias con Against Equality, pero tienen razón en cierto sentido: La muerte es lo opuesto al crecimiento. Cuando una institución crece para incluir más gente, hace lo opuesto a morir.

La idea de que incluir a gente homosexual en las instituciones es radical, es ridículo. No es radical. Proponer la destrucción de estas instituciones es radical. Proponer que incluyamos a personas de diferentes orientaciones sexuales dentro de las mismas, no lo es. Las mantiene vivas. En lo que se refiere al Estado, por ejemplo, tener representación queer es clave para mantener ciertas protecciones legales. Es conveniente y estoy de acuerdo con ello, pero está alejado de ser radical. Si ni siquiera es radical, entonces está en el extremo opuesto de tener el poder o la intención de destruir las bases mismas de la civilización. ¿Qué clase de chiste es?

comentario inflamatorio final

“…Me gusta la palabra ‘decadencia,’ toda brillante en purpura y oro. Y rechazo, obviamente, cualquier connotación negativa que pueda tener, o cualquier sugerencia de degeneración. Al contrario, la palabra sugiere los pensamientos más refinados que una civilización puede producir, una profunda cultura literaria, un alma capaz de los placeres más intensos. Arroja chispas de fuego y el relucir de piedras preciosas. Es una combinación de la mente voluptuosa y la carne cansada, con todos los violentos esplendores del Imperio tardío; redolente con el rouge de las cortesanas, los juegos del circo, el gemir de los gladiadores, la primavera de las bestias salvajes, cómo se consumen en llamas razas exhaustas por su propia capacidad de sentir, mientras se escucha el marchar de una armada invasora…”

– Paul Verlaine