Sí, así como lo leen, hace unas horas fui al cine y me encontré con una remake de Taxi Driver, la obra seminal de Martin Scorsese que relata la involución del estado mental del frágil veterano de guerra Travis Bickle, en su contexto neoyorkino, a través de sus torpes intentos de interacción social… Sí, fui a ver la remake de esta película, y me noté algunas cosas muy curiosas.
En primer lugar, la película seguía bastantes de los mismos beats de la original, incluso tomando prestados ciertos ángulos de cámara, y ciertos elementos temáticos. También compartía algunos nombres propios tanto detrás, como delante de cámaras. Su forma primigenia como una película que se nos presenta como un estudio de personaje también estaba allí como otro elemento que atrapó mi curiosidad; pero esta nueva versión dirigida por Todd Phillips, estelarizando a un tal Joaquín Phoenix (que hace un trabajo excepcional como de costumbre), tenía una peculiaridad que la distingue de cualquier remake hecha en los últimos años: Difiere en personaje central. No, Joaquin Phoenix no interpreta a un veterano de guerra dañado por sus experiencias en el campo de batalla. No, Todd Phillips no nos cuenta la historia de un hombre que trata de reinsertarse en un contexto social que nunca entenderá , y ciertamente no estamos viendo una remake en el sentido estricto de la palabra; ya que, mis queridos lectores, la película en cuestión tiene como premisa general mostrarnos el origen del “Clown Prince of Crime”, así es damas y caballeros, la remake de Taxi Driver del año 2019 tomó la forma de una historia de origen para el mayor villano de Batman. Estoy hablando de Joker, y esta es mi reseña de tan comentada obra.
Antes de proseguir, daré una breve sinopsis para que quedemos en el mismo plano en lo que a la trama refiere:
“La pasión de Arthur Fleck, un hombre ignorado por la sociedad, plagado de enfermedades mentales, y viviendo aún con su igualmente complicada madre, es hacer reír a la gente. Sin embargo, una serie de trágicos sucesos harán que su visión del mundo se distorsione considerablemente convirtiéndolo en el más ilustre de los criminales de Ciudad Gótica.”
Obviamente aquí estamos pintando con una brocha muy gruesa, pero cumple su propósito. Creo que podríamos comenzar por el final, a modo de que tenga sentido mucho de lo que vendrá después en este artículo. Y por el final me refiero al veredicto, y por veredicto me refiero a mis pensamientos y sentimientos sobre esta obra expresados de la manera más general posible.
En resumidas cuentas, puedo decir que es una película que debe ser vista, es una gran obra del séptimo arte, un producto muy redondo técnicamente (cosa que no es de extrañar, después de todo estamos hablando de Hollywood), una película fuerte desde su contenido gráfico, así también como su contenido ideológico (Ideológico en el sentido que pone ideas de peso sobre la mesa, cuestiones difíciles, y tópicos que el cine moderno no tiene las pelotas para tocar). Joker es una cinta que no sólo entretiene, sino que también obliga al espectador a formar sus ideas a medida que va viéndola, es una película demandante para con su audiencia; pero por sobre todas las cosas, es una película que sirve como vehículo para los talentos de Joaquín Phoenix.
Phoenix brilla encarnando al Joker, como no lo había hecho desde su inquietante papel en Her, dándole una interpretación digna del bronce a este personaje que había quedado muy vapuleado tras el paso del amigo Jared Leto. Phoenix está excepcional como de costumbre, pero logra algo que muy pocas veces se ve en esta época de cine realizado en masa: Dar una interpretación tan compleja, con capas y matices propios de épocas pasadas. Su Joker respira un aire diferente al de todos los demás sin distanciarse de lo que hace al personaje lo que es, hablamos por supuesto de sus características principales como agente del caos, como un ente impredecible, apático y violento.
Y es con esto en mente que Phoenix va mostrándonos el proceso que lleva al débil, enfermo y patético Arthur Fleck a tomar coraje, a adueñarse de la tragedia de su vida, y a comenzar su camino manchado de sangre para convertirse en el icónico villano, que aquí se vuelve aún más icónico por todo lo que trae el tres veces nominado al Oscar – Pero, ¿Qué es eso que tanto trae Phoenix, cuáles son esas capas que hacen a este estudio de personaje merecer su comparación con lo hecho por Robert De Niro casi 40 años antes?
La respuesta, mis estimados lectores, está en la construcción del personaje, ya que Phoenix, como todos los grandes de la actuación no toma sólo de una escuela de drama para dar vida a su Joker, él toma de todas, y no toma todo de todas sino sólo lo que le es útil. Toma de la improvisación el dejarse llevar por lo que el ambiente le da, dando por resultado esas hermosamente inquietantes escenas de baile en las que se nos va revelando como Arthur Fleck va tomando más confianza en su vida, en lo que es, en lo que será… Del método del Actors Studio toma la cuestión de llevar la investigación del personaje a nuevos niveles dando por resultado la tan icónica risa de este Joker, para la que encontró inspiración en la condición mental conocida como “Risus Sardonicus”, la cual produce risa incontrolable (hasta el punto del dolor físico) en quien la posee. A su vez, vemos un gran estudio de la forma de conducirse por la vida de las personas introvertidas, en su caminar de hombros caídos, con los pies a las rastras y evitando las miradas directas, hablando en tonos bajos casi inaudibles, temblequeos nerviosos, etcétera. Todo esto, tomado a la perfección por Phoenix sólo para darle un vuelco cuando nuestro protagonista comienza a tomar confianza para ser lo que debe ser. Sin dudas un estudio de personaje para la historia.
Las referencias a Taxi Driver se vuelven más obvias en este punto de la narrativa, con Arthur usando una pistola a la hora de bailar, o imaginándose situaciones con esta en la mano, como lo hizo Travis Bickle en la obra maestra de Scorsese tantos años atrás. La falta de inserción social que ambos personajes muestran en esta etapa temprana de sus historias es igualmente llamativa. Podríamos sumar cuestiones como el hecho de Phoenix escribió él mismo el cuaderno que vemos a Fleck cargar durante toda la cinta, o el hecho de que no recurrió a otras iteraciones del personaje para componer el suyo.
En consecuencia, Todd Phillips usa primeros planos de Arthur Fleck en momentos claves de la historia para denotar cambios de ritmo o de tono, suelen ser planos sostenidos donde solo tenemos a Phoenix, pero sus expresiones, la inflexión de su voz, y su forma de pararse dan a entender todo con mínimo dialogo, solo con su presencia… bah, con la sola presencia del Joker.
El director y guionista, Todd Phillips pasó de hacer comedias inofensivas con algún que otro giro conceptual interesante, a demostrar que posee la visión y el talento para encarar proyectos más desafiantes.
Pero esta película no está solo sostenida por la brillante actuación de Joaquin Phoenix. Su otro gran pilar es el director y guionista Todd Phillips, conocido por comedias como The Hangover y War Dogs. En Joker rompe con todos los esquemas precedentes de su filmografía y nos entrega una película con la visión de un cineasta maduro, alguien que está en total control de sus ambiciones creativas. Phillips logra darle a la película un tono que oscila entre la comedia más oscura y el drama social más pesado que uno puede imaginar (con comentario mal interpretado y todo).
Sus decisiones estilísticas son las correctas por la mayor parte de película, la paleta de colores es óptima y va variando según los sentimientos que se buscan representar en pantalla, su dirección técnica es servicial a mantener el tono y ayudar a enmarcar de la mejor forma posible lo que Phoenix pone ante nosotros.
Sin embargo, el trabajo de Phillips se ve manchado por un pequeño detalle que en realidad no es tan pequeño, y es el hecho de que no puede matar sus influencias. Phillips nunca se pudo apropiar de lo que mamó durante años, en especial de Martin Scorsese, quien bien podría haber recibido los créditos como director de esta película. Phillips abusa de ciertas cuestiones estéticas propias de Scorsese, desde los tracking shots, el hecho de dejar errores actorales en cámara para hacer al film más realista, incluso ciertos guiños a la obra del Neoyorkino que se vuelven imposibles de disimular llegado cierto punto en la película, lo que sin dudas podría haber puesto en peligro la personalidad del film, de no ser por Hildur Guðnadóttir.
La compositora islandesa Hildur Guðnadóttir ya se había hecho famosa por sus colaboraciones con el director Franco Canadiense Dennis Villeneuve, en películas como The Arrival, y Prisoners, y esta es una nueva entrada en su resumen de grandes bandas de sonido.
Hildur Guðnadóttir fue la compositora del score de esta gran obra, así como la responsable de elegir el soundtrack de la película, y es en gran medida la quién agradecerle que este film posea una identidad propia. Su score es crudo, tenebroso y encapsula perfectamente la psiquis del personaje, al punto de que fue tocado para Phoenix y Phillips en el set a la hora de grabar las escenas claves, a modo de inspiración. Sin dudas, su labor, en conjunto con el de los 3 otrora nombrados, es lo que ayuda a que esta película se convierta definitivamente en su propio ente, y se divorcie de forma sana, diría yo, de sus influencias pasadas; créanme, la obra de esta gran artista los acompañará cada vez que piensen en la película.
Estas tres personas son los responsables de esta cuasi obra maestra. Sé que solo nombrar tres de las personas involucradas en el proyecto es faltarle el respeto al resto del elenco y la producción, pero lo hago para sintetizar qué es lo valioso de esta película. Se trata de una obra hecha con pasión, con huevos, y con amor al arte; una producción comprometida desde sus cargos altos hasta sus más bajos, desde el director hasta el chico que sirve café en el set, desde Phoenix hasta el extra que hace esto por el hecho de hacerlo, saben lo que están haciendo, saben el tipo de historia que quieren, y deben, contar; son conscientes de ello, y lo hacen. Todo el talento de este trío y las decenas que los acompañaron nos ofrece una de las películas más gratificantes del año.
En definitiva, deben ir a ver Joker, que más que recomendable es necesaria. Pero estén prevenidos, no es una película para todos, ya que su tono oscuro, imágenes un tanto violentas y tópicos escabrosos pueden alejar a algunas personas de la sala de cine – Aunque a esas personas no les vendría mal verla, de hecho, se la recomendaría especialmente a esas personas, pero ya llegaremos a eso.
Si, la película es polémica, puede parecer lenta de a ratos, puede tomar demasiado de sus influencias, y está enmarcada en el boom de los superhéroes; pero déjenme asegurarles que así como Taxi Driver lo fue hace años, esta película apunta a ese nivel artístico y narrativo, a esa importancia artística y social. Quizás se quede corta, pero sólo el tiempo lo dirá.
Por estas ambiciones, Joker debe ser experimentada, consumida, debatida, pero no olvidada; debemos preservar este remake de Taxi Driver y quien sabe, quizás sea el comienzo de una nueva época dorada para el cine, quizás debamos ponerle un “Skin” de súper héroe al cine de ahora en más para poder contar las grandes historias que necesitamos que sean contadas, quien sabe… Por mí, sólo diré que me gusto el remake de Taxi Driver, y que vale la pena verla más de una vez.
Una pequeña postdata: Antes de dejarlos ir, quería dejarles unas líneas referidas a la polémica que se generó en torno al Joker, si bien ya nos hemos expresado en este asunto en el artículo que precede a este. Creo firmemente que todo el revuelo que se armo fue una mezcla de marketing, oportunismo político, y lo que es más preocupante para mí, la aliteración cultural de la población en general.
Porque, seamos sinceros, una cosa es confundir cuestiones de la trama como si lo que se vio aconteció en serio o no, y otra muy distinta es gritar que se están promoviendo crímenes de odio y se llama a la violencia. Otra muy distinta es no poder identificar las cuestiones de clase que tiene la obra como trasfondo. Otra muy distinta es no saber leer una obra de arte en los términos pertinentes a esta… Y eso es lo que de verdad me preocupa, que ya no sepamos interpretar el arte. Y que, en pocas palabras, estemos perdiendo la capacidad de interpretarnos a nosotros mismos a través de él. No tengo más que agregar, estimados lectores.