Pequeña Introducción
Pocos géneros tienen la historia e importancia del genero bélico (O War Films como se lo conoce en inglés.) Sus historias en tanto forma de expresión data desde los albores del arte cinematográfico, y las narrativas que retratan son casi universales. Se tocan temas de valor, camaradería, nacionalismo y sacrificio por un bien ulterior, todo esto ante el peor castigo conocido por el hombre: La guerra.
Sin dudas podríamos decir que es uno de los géneros magnánimos del séptimo arte, y a decir verdad, esa afirmación no sería una hipérbole para nada, y casi todo el mundo estaría de acuerdo. Pero las razones del por qué es así son dispares, y múltiples — pero ninguna invalida a otra.
Podríamos nombrar el hecho de que cada nación en la faz de la tierra ha estado involucrada en un conflicto bélico de alguna forma, la universalidad de sus temas, la cercanía histórica en algunos casos (por más loco que parezca, hay gente que ha vivido para ver sus anécdotas llevadas a la gran pantalla, soldados entre ellos), y la catarsis que representan para quienes se ven reflejados en la pantalla misma.
Sin dudas, un género de los más completos, interesantes y por sobre todo entretenidos que puede haber… Pero díganme, estimados lectores ¿Qué pasaría si yo les dijera que este género, placer de multitudes, deleite sin igual, y coronación para los héroes bautizados por el fuego que ven sus periplos en los campos de batalla llevados al cine, es también la mayor maquinaria de propaganda política en la historia? Ahh sí, tal como lo escuchan, y una muy efectiva en ello: efectiva a tal punto que sin que nos demos cuenta pone las peores ideas en nuestra psiquis colectiva, nos hace normalizar cosas que no creeríamos posibles, y por sobre todo, nos cuenta las historias que los círculos de poder desean que nos sean contadas. Una maquina muy aceitada, como pueden ver.
En esta parte del artículo, si son lectores asiduos de mis contribuciones al pequeño pasquín, sabrán que me gusta enfocarme en una producción en particular para fortalecer mi punto, hacerlo más accesible a ustedes, y de paso recomendarles una película para pasar el rato y pensar.
Bueno, hoy voy a hacer algo diferente, no por falta de ejemplos — ejemplos del cine bélico como propaganda sobran, y de películas de propaganda aún más… De haber querido hacer eso ya estaríamos hablando de “The Triumph of Will”, “The Bridge over the river Kwai” o “El Acorazado Potemkin”; pero no es enteramente la razón por la que están aquí hoy. Sino más bien porque las películas que vendrán son las que me preocupan, aquellas que vislumbro en el futuro que nos aguarda, ese futuro post-pandemia, lleno de Estados y gobiernos increíblemente poderosos, que aplacan las libertades individuales en pos de mantener el orden y la salud pública, círculos de poder cada vez más cerrados con agendas indescifrables para nosotros los ciudadanos de a pie, y con una dominación ideológica tan potente que si no actuamos a tiempo, si no nos informamos rápidamente, y aplicamos esa información nos veremos tragando propaganda como si fuera la mejor comida del mundo (siendo esta mierda), y sin la habilidad para cuestionarlo. Orwell se asustaría de solo pensar en el panorama que nos aguarda.
Muchos podrían decir que sueno extremista, incluso alarmista, con mis aseveraciones. Pero cualquiera que haya tenido acceso a las redes sociales y a la televisión argentina durante este periodo de cuarentena, puede ver que se perciben tendencias ideológicamente sesgadas, o limitadas, se percibe una persecución feroz hacia sectores ideológicamente disidentes, la duda ha sido puesta de lado por todos los que otrora se debatían sobre la llamada “Grieta”, y se comienzan a perdonar (e incluso celebrar) ciertas acciones por parte de actores del poder que hasta hace nada hubiesen sido condenadas por sectores propios y ajenos — EJEM meter en cana a un pibe que fue a comprar un prestobarba… EJEM Hacerle hacer flexiones a un grupo de pibes por romper la cuarentena, en claro abuso de la autoridad EJEM EJEM…Censurar cuentas de Twitter por publicar memes… EJEEEMMMM.
Sin bien aún no nos encontramos ni cerca de los niveles de propaganda a los que le temo, aún es burda la manipulación, demasiado trasparente para ser funcional, y gran parte de la población aún no está vendida en ella, temo que va a llegar el momento en el que ocurra. Por eso he decidido escribir estas líneas a modo de advertencia.
Tomando prestadas algunas de las convicciones del cine bélico (al ser uno de los géneros mas técnicamente avanzados, empáticos para con la población, y debido al carácter universal de las historias que tocan, se vuelven un medio perfecto para los fines propagandísticos del poder), aventurare una predicción sobre como se verán las películas basadas en este período tan particular de nuestra historia, quiénes serán sus protagonistas, qué recursos se utilizaran para consagrar sus ideas centrales y por ultimo veremos con que finalidad lo harán. Sin ir más lejos, pasemos a nuestro cometido.
Chris Kyle, Will Schofield y el modelo de la propaganda moderna
A continuación daremos algunas características que las películas del futuro tomaran del cine bélico a modo de molde para narrar sus relatos. Para hacer esto más didácticom tomaremos como ejemplos ilustrativos a dos de las películas bélicas más importantes de la década pasada: “1917” (2019) y “American Sniper”, las cuales en su medida y a su modo también poseen ciertos rasgos propagandísticos. Sin más preámbulos, comencemos:
El Protagonista moralmente superior: Las películas bélicas suelen tener en su centro a personajes endurecidos por las circunstancias en las que se encuentran, hombres de combate, fieles sirvientes de su patria que luchan incansablemente con el enemigo y con el temor y las dudas naturales de un ser humano. Sin embargo, y contrario a lo que podría creerse, el protagonista de la película bélica siempre se mantiene impoluto en sus convicciones morales del bien y del mal, y siempre actuará en favor del más débil, aun en dezmero de símismo.
Chris Kyle en “American Sniper” hace de su objetivo el proteger la vida de otros, ya sean soldados o personas en EEUU, cueste lo que le cueste; mientras que el cabo Will de “1917” no solo hace lo imposible para llevar adelante su misión, sino que en un momento totalmente ficticio en el medio de una cacería humana con su cabeza como premio, se amiga con una joven francesa a la cual regala todas sus provisiones para que pueda alimentar a su bebé. Demostrando así que aún en el infierno de la guerra los buenos hombres siempre serán buenos y altruistas.
La filosofía comandante siempre presente: Las acciones de los personajes que seguimos en pantalla, ya sean británicos en la WWI, aliados en la WWII, o Norteamericanos en la invasión a Irak, estarán siempre guiadas por ideologías comandantes, ideologías íntimamente ligadas con su país de origen y la época a la que responden, la cual en el curso del film será puesta a prueba una y otra vez. Pruebas que obviamente superara saliendo fortalecida y revitalizada de cada una de ellas. En “1917” la presencia del “estoicismo británico” y del llamado “Stiff Upper Lip” son tangibles desde las primeras escenas y se solidifican con las acciones de nuestros protagonistas con el correr de la trama.
Por su parte, “American Sniper” hace uso del “Destino Manifiesto” como combustible y motor del viaje de su protagonista Chris Kyle, aún cuando partes de esta puedan ser leídas como crítica, la película nunca se esfuerza por destruir esta idea, solo la critica someramente (Véase la escena donde uno de los SEALs amigos de Kyle cuestiona sus razones para estar en Medio Oriente.)
La Familia como centro del mundo de los soldados: El género bélico muestra una relación casi simbiótica con la familia estereotípica planteada en la modernidad. Siempre es aquello a lo que se debe proteger, o a lo que se debe volver. Esta aparece como motivo y fin último del viaje de los soldados. Se enaltecen sus valores, y se los usa como anclaje emocional muchas veces, además de ser una maravillosa forma de tocar las fibras sentimentales de la audiencia, logrando que los mensajes que se quieran dar sean más digeribles y fáciles de aceptar, ya que, después de todo: ¿Qué persona de bien, como estos soldados, no tiene familia? Podríamos dar ejemplos en ambos casos pero serian spoilers para ambas películas, pero si buscan este punto allí, estará claro como el agua.
La superproducción al servicio del mensaje: Bastante simple. Las películas bélicas no escatiman a la hora de producir. Hablamos no solo de dinero invertido, sino también de puesta en escena, recreaciones históricas, y tecnología de punta. Todo al servicio de hacer la experiencia más sobrecogedora, excitante y accesible.
Ambas películas nombradas aquí poseen ejemplos claros de cómo todas la herramientas de la producción se usan para magnificar los mensajes, pero creo que “1917” se lleva la torta aquí. Desde ser planteada como una película que se desarrolla en tiempo real, pasando por la cinematografía simulando una sola toma que nos pone junto a los protagonistas, hasta el esfuerzo por la fidelidad histórica en la puesta en escena, nos ayudan a nosotros como audiencia no solamente a suspender la realidad a nuestro alrededor para entrar al mundo de la película, sino que nos pone en un lugar donde el mundo de la película es el real, al menos por el tiempo que dura el largometraje.
La Autoridad siempre incuestionable: Las películas bélicas presentan a las autoridades como figuras incuestionables, avezadas en los protocolos de la guerra y con más experiencia que nuestros protagonistas (Salvo que nuestros protagonistas sean esas figuras de autoridad, en cuyo caso el pedestal ya está tendido desde el comienzo del film.) haciéndolos intocables en efecto; y por mas matices que se les quiera dar suelen tener la razón en lo que hablen, ya sea en buena fortuna o en mala fortuna. Vease en “1917” el Coronel Mackenzine cuando se dirige a Will hacia el final de la pelicula, su autoridad y fortaleza de comando no es disputada por nadie; mientras que en “American Sniper” cuando Kyle asciende de rango se vuelve el mismo la figura de autoridad total en su unidad, volviéndose incuestionable aún en sus errores.
Podríamos seguir largo y tendido sobre las características del cine bélico. Podríamos nombras cientos de ejemplos más, y la lista se volvería incluso más extensa si avanzásemos más en el género y analizásemos películas de un amplio abanico de subgéneros, como podrían ser las películas de submarinos, las películas antiguerra, o aquellas que retratan los conflictos bélicos en los países que no están involucrados; pero solo lograríamos hacer este articulo más largo. Los invitos a ustedes, estimados lectores, a expandir la lista y a buscar estas características del cine bélico, y verán como varias de ellas aparecen usadas para dar forma a ideas y cliché del pensamiento detrimentales para las comunidades.
Y mucho me temo que en el futuro cercano lo harán de forma más intrusiva, maquiavélica e inescrupulosa que antes; y para justificar cuestiones que de solo pensarlas me hierve la sangre; pero aún más me hierve de pensar que seguramente tengan éxito en su empresa distorsionadora de la cosmovisión humana.
El cine del mañana
Como ya les vaticiné arriba, esto es sobre lo que vendrá. Las películas que reflejarán nuestro período actual, aquellas que hablarán del azote del Covid-19, las que harán uso de la tragedia de las naciones para poner aún más capas en sus superestructuras ideológicas; para tener aún más peones inoculados contra la enfermedad que atenta contra el poder, el pensamiento crítico.
Podríamos hacer el esfuerzo de imaginar cómo se verían esas películas que enaltecerán los valores que se deseen propagar en el futuro; podríamos hablar de un biopic con Alberto Fernández como protagonista donde se explore la vida del mandatario en cortes intersticios con su manejo de la crisis. Podríamos hacer mención de cómo los valores del justicialismo lo han llevado a sobrellevar las vicisitudes de su vida, y cómo esos mismo valores lo auxilian en los tiempos de la crisis, coronándose estos últimos como el gran reducto de la liberación Argentina… O mejor aún, podríamos hablar de los verdaderos héroes de esta situació, los doctores, enfermeros, fuerzas de seguridad, podríamos retratarlos como personas comunes elevadas al olimpo heroico que las circunstancias ameritan por virtud de su fé ciega en los líderes políticos, en la ideología que ellos pregonan, y por su incansable trabajo en condiciones inhumanas — condiciones nunca discutidas obvio, y mucho menos cuestionadas, porque bueno… “Héroes”
Podríamos seguir ad infinitum imaginando escenarios fílmicos propagandísticos, pero creo que ya está más que clara la postura. Las técnicas narrativas y cinematográficas aprehendidas a lo largo de la historia del cine bélico serán puestas en práctica para generar esto relatos de gallardía sin igual en la época de la pandemia del siglo XXI. Pero no se confundan, los matices de la realidad son mucho más complejos que lo que nos mostraran, de la misma forma que lo fue la guerra para los soldados que en ella han participado.
Lo estamos viendo ahora más que nunca. Vigilancia estatal, represión, discursos discordantes a lo largo del mundo, la politización de la tragedia; todo eso que ya era escondido en las películas bélicas (y que nosotros debíamos ver más allá, investigarlo o deducirlo, para no caer en los cuentos de hadas que se nos proponen) – se están viendo en la realidad. Está pasando, así como pasó en la década de los 40s en Europa, en los 60s y 70s en EEUU, está pasando de nuevo; y las propagandas se están empezando a ver, comienzan a brillar tratando de tapar las contradicciones propias de una historia que se mueve hacia adelante.
Nos tratan de dejar en una homeostasis permanente, una homeostasis que mantiene los relatos imperantes de héroes que luchan incansablemente por el bien de naciones y objetivos inmateriales superiores; que lo hacen por su país, su jefe, su familia y lo que creen; vaya héroes… tan héroes son que el mundo a su paso queda igual que antes. Que héroes que habrá en el futuro del cine la puta madre.
¿Qué hacer?
No mucho por el momento, la verdad. Después de todo, estamos en cuarentena y bajo constante vigilancia, además de que no hay un consenso opositor verdadero a las líneas ideológicas oficiales. Sólo podemos observar y estar preparados.
Pero, ¿preparados cómo? Bueno, estimados lectores, debemos recordar; recordar lo que está pasando, estudiarlo, sistematizar sus contradicciones y las formas que usarán para construir sus relatos, debemos recordar (además de aquellos que morirán en camas de hospital) a aquellos que morirán fruto de la venidera crisis económica y social, no podemos permitir que se vuelvan solo números, o notas al pie de página en la ascensión de gobiernos despóticos. No podemos, no debemos, es nuestra misión presentar esta lucha.
Lucha que llegará, y para la cual debemos estar preparados como los soldados que han sido olvidados por el séptimo arte, aquellos cuyas vidas no llegan a la pantalla, aquellos que cargaron contra el enemigo llevando las dudas en su corazón, con miedo e impotencia, pero jamás perdiendo de vista que sin lugar a dudas habría un mejor mañana por el cual valía la pena luchar; aun cuando ellos no estén ahí para verlo.