“They took everything that was good about Watchmen and Rorschach, then defectated [sic] all over it Last Jedi style. This isn’t Watchmen, it’s Wokemen, sorry, Wokepersons.”
Para empezar, siempre pensé que era mejor pedir perdón que pedir permiso. En todo caso, empiezo a disculparme por adelantado con aquellas personalidades que gusten del mundo de los comics y puedan sentirse heridxs ante las –semejantes- siguientes acusaciones sobre sexualidad (o la falta de ella), además de que me referiré a lo largo del escrito en términos muy binarios. Guarden la guillotina, denme un momento para explicarme.
Los comics son una expresión cultural que refleja la coyuntura política del momento histórico en el que se hayan creado, así y tanto como cualquier otra producción cultural. Watchmen no es la excepción a esta regla. Para quienes se hayan cultivado entre décadas de historias sobre supereheroes, siempre sintiéndose identificados con el héroe (always rubio y paquetón, digamos todo), enraizado en una lucha por la bondad y la justicia contra el villano (always a bit queer-ish…), para terminar salvando el día, Watchmen, en este caso, sí es la excepción a la regla.
Si bien me gustaría escribir un e-book masturbatoriamente largo sobre el tópico de los comics, no tengo ni el conocimiento ni la paciencia para lograr satisfacer a su comunidad ñoña más dedicada. Deberán contentarse con un pequeño análisis político y algunas observaciones pertinentes a la trama de la nueva serie de HBO, Watchmen y el impacto de esta en sus espectadores, en su mayoría hardcore fans de la trama original escrita por, nada más y nada menos que el mago Alan Moore. Sin ánimos de caer en los más pesados estereotipos, todo tiene una razón de ser y la demográfica adjunta a Watchmen es, en su mayoría, incel. Bueno, dije que esperen, no me aten de manos y pies todavía.
Ahora bien, Watchmen es una de las tramas peor interpretadas que alguna vez se escribieron. Para empezar, no es una típica historia de superhéroes. Casi ninguno de sus personajes principales tiene poderes. Son, en general, humanos comunes, con sus defectos y coso, que se han tomado la responsabilidad (?????) de ser los héroes que creen que su comunidad necesita, atribuyéndole más importancia a su propia voz que a la de los simples mortales, sobre lo que es bueno y lo que es malo para la humanidad.
Sin ir más lejos, El Comediante rompe con todos los tropos narrativos tradicionales, es un tipo que vio lo peor de la sociedad y decidió parodiarlo en finas cancán negras. El susodicho mata embarazadas, intenta violar a su compañera, vive a los tiros, mata a Kennedy y se entonga con Nixon, y en el medio de todo se nos caga de risa en la cara – un reverendo jijo de 🅱️uta, ¿No?
Pero lo llamativo con respecto a Watchmen es que, cuando debutó en 1986, fue una proyección de cómo la política –conservadora- estadounidense determinaría las reglas del juego para los superhéroes, si estos existieran.
Al establecer la fantasía distópica en una versión alternativa de los Estados Unidos de 1986, una en la que el presidente Nixon todavía estaba a cargo, Moore sublima los mensajes políticos en el núcleo de la historia: la desconfianza en la autoridad, críticas de un código moral objetivista de derecha, escepticismo de los “héroes” del gobierno como Ronald Reagan.
En el corazón de la lectura política de Watchmen, se encuentra el personaje más groseramente malinterpretado de la historia: Rorschach, un vigilante que defiende la verdad y actúa violentamente contra aquellos que aborrece. El código moral de Rorschach es bastante repugnante. Constantemente infringe la ley, porque se cree a sí mismo por encima de ella, tiene una visión de la justicia un tanto monocromática y prefiere tomar todo asunto en sus propias manos –lo que generalmente, termina de manera violenta. Y en su diario, usualmente es paranoico, nihilista y ve lo peor de las personas, especialmente – ¡OH, QUE SORPRESA!- en los pobres, los inmigrantes y las mujeres.
Moore ha dicho que Rorschach es una especie de homenaje al artista de cómics Steve Ditko y su ideología de derecha, extraída de la teoría polarizadora del objetivismo de la escritora Ayn Rand con la que Moore discrepó vehementemente, acusándola de ser una supremacista blanca de ideas aborrecibles.
Los rígidos estándares de Rorschach le han ganado adulación a lo largo de los años, a pesar del objetivo de Moore –diametralmente opuesto-. Por ejemplo, en 2015, cuando se lanzó la candidatura presidencial del republicano Ted Cruz, este dijo que uno de sus superhéroes favoritos de todos los tiempos fue Rorschach de Watchmen.
En una entrevista con la revista Comic Book Artist en el año 2000, Moore especuló sobre lo que podría conducir a la interpretación errónea de Rorschach: las personas que claramente ven a Rorschach como un héroe empático, dijo, son “personas que podrían creer ser parte de la elite y no parte de la mayoría excluida “.
En nuestro mundo, donde nadie tiene superpoderes, Rorschach se convierte en todo lo que este pasquín detesta. Sus pensamientos sobre la inutilidad de las mujeres, las personas de color, LGBT, los discapacitados o enfermos mentales remarcan algo importante: no es mejor que el mundo que lo rodea, pero se considera superior y de bajo esta creencia conduce sus actos de ‘’heroísmo’’. Desde el punto de vista de Moore, los lectores que no reconocen la visión del mundo de Rorschach como nihilista y despreciable son, a menudo, como el mismo Rorschach, incapaces de ver el problema de creer en códigos morales de tamaña rigidez maniquea. Ven a la sociedad como lo hace el personaje: Yo vs. Ellos. Comprar este tipo de oposición (y de victimización) es solo una forma errada de percibir a un personaje toxico. No sólo ignoran las implicancias de la moralina conservadora de Rorschach, sino que los lleva a colocarlo en un pedestal que no merece.
Bueno, pero hablemos de la serie.
HBO hace que las bases políticas del texto sean claras desde el principio, haciendo referencia a la historia de agitación racial de los Estados Unidos para sentar las bases de las preocupaciones actuales relacionadas con la historia, ilustrando los peligros del elitismo político y social a través de elementos más cercanos. Todo comienza con la masacre de Tulsa, Oklahoma (1921), cuando el Klan masacra a una comunidad negra entera en respuesta a veteranos negros de la Primera Guerra Mundial que intentaban evitar un linchamiento. A raíz de los ataques, el gobernador de Oklahoma declaró la ley marcial y llamó a la Guardia Nacional. Detuvo a todos los residentes negros sobrevivientes, encarcelándolos por días. Las personas con poder poniéndose por encima de la ley e infligiendo su marca de “justicia” han sido una constante en la historia de Estados Unidos.
Por qué los fans están enojados
[Nota del editor: Watchmen siempre fue profundamente político e indudablemente zurdo. Sólo no estaban prestando atención.]
Quizás, la indignación masiva de los fanáticos del comic no se deba a que los roles de género de los protagonistas sean alternativos, siendo que el personaje principal es una mujer, negra, claramente cabeza del hogar pero sin que esto vaya en desmedro de la “masculinidad” de su esposo, o que se muestren escenas de crianza atea, donde los padres conversan con sus hijos de manera abierta sobre tópicos religiosos. Hay un superhéroe comunista, bueno, y muchísimos ejemplos más, pero parece que el causal de furia más significativo se relaciona con cierta declaración de uno de los personajes (NO SPOILERS AHEAD): “it is a hard thing being a white man in America”.
¿Qué les dije? Sin spoilers.
Entonces, la movida audaz del programa fue utilizar la figura de Rorschach, quien murió hace mucho tiempo, como símbolo de un grupo de supremacistas blancos y sus acciones de terrorismo doméstico – Una suerte de KKK con otro nombre, básicamente.
Rorschach aquí, ayuda a ilustrar los lazos de raza y poder y aunque la serie opera dentro de la misma historia alternativa que el comic, estos elementos de supremacía blanca, terrorismo doméstico y brutalidad policial son temas de alta relevancia en nuestras conversaciones (o deberían serlo). Estos elementos cierran la distancia entre realidad y ficción, haciendo que, a través de esta lente, sea difícil e incómodo ignorar los abusos de poder. Queda claro quién ha tenido el poder en la historia (tradicionalmente, hombres blancos ricos), y cómo los abusos de poder han dado forma a la vida de quienes los rodean, particularmente aquellos que no son blancos y poderosos. Y para los espectadores que comparten el color y el género de estos [AARON INSERTA EL INSULTO QUE MEJOR TE PAREZCA], el impacto de la supremacía racial en la trama puede ser dura de digerir.
Quizás es tan incómoda de ver porque, en 2019, la América alternativa de Watchmen no dista mucho de la actual.