Primer paso antes de empezar a leer: poner éste tema
La crisis política y económica que se muestra a esta altura inevitable dio su primer aviso hace unas horas. O hace 10 años. A los efectos no importa. El problema de vivir en una no-cultura que no permite otra cosa que permutaciones y repetir el pasado, paradójicamente nos impide interpretarlo correctamente. La memoria es comodificada, no racionalizada.
Hace poco menos de un año escribí una crítica al trap donde, de algún modo, dejaba entrever que era un género que no cuestionaba las bases mismas de la producción de sentido estético. Mi sensación es que el trap fue vilmente comodificado en tiempo récord, y por ende esterilizado de toda posibilidad emancipatoria.
¿Cómo buscamos entonces algo que rompa esa lógica? Mi sugerencia es depurar todos los detalles, una suerte de navaja de Occam de la cultura. Deshacernos de las etiquetas, los colores y los logotipos. Descomodificar cada uno de nuestros consumos, quitarle importancia a la identificación segmentada. Pintar todo de negro para devenir imperceptibles.
Retornar al punto de partida de ésta deriva para corregir aquello que permitió al sistema privarnos de una utopía se vuelve mandatorio. Necesitamos un arte acorde a nuestro tiempo, que exprese la asfixia estética y no algo que alimente la retrofilia. Cyberpunk sin punk, punk-rock sin rock. Recuperar la estética militar, sin ser el ejército de nadie.
La búsqueda de una expresión personal más genuina puede ser muy trasgresora y muy política, pero no tiene que ser el objetivo final. Mucho de lo que se ha hecho en términos de “arte político” ha tenido más de lo segundo que de lo primero. Necesitamos dejar ese interés atrás para que confluyan forma y función.