En el año 1973, Marlon Brando ganó el que probablemente haya sido uno de los Oscars más merecidos de la historia: El premio a mejor actor por su protagónico en El Padrino. En lugar de apersonarse en la ceremonia, el polémico bisexual le brindó el espacio a Sacheen Littlefeather, actriz y activista por los derechos de los nativoamericanos, quien expresó, muy amable (y quizás, incluso tenuemente), que el galardonado no podía aceptar el premio, debido a la pésima representación de personas de su origen en las películas Hollywoodenses.
Este suceso desató la irá del one-trick pony John Wayne, quien debió ser detenido por varios guardias de seguridad, ya que intentó levantarse de su asiento y atacar físicamente a la actriz.
Este evento fue recordado, en los últimos días, luego del suceso que titula a este artículo. ¿Mi reseña del suceso? Me resultó demencial, la actitud de Will Smith podría ser interpretada favorablemente, como un acto de «masculinidad de bien». Pero también puede ser interpretada como una violación del Jester’s Privilege, uno de los pilares de la civilización occidental.
Toda esta polémica (teatralizada o genuina) da color a una velada más bien lackluster, cuyos ganadores y perdedores no despertaron pasiones. No time to die, una de las mejores candidatas, fue nominada y ganó en una categoría en la que no fue particularmente proficiente (mejor canción original, por el track homónimo de Billie Eilish).
Es como que, llegado este punto, estamos intentando forzar que suceda algo. Todo se siente gastado. La entrega de premios, sus sensibilidades, el stand-up, la dinámica en la que un jester se mofa de las celebridades ricas que asisten al evento. Ojalá se sintiera importante, ojalá se sintiese glamoroso, ojalá fuese algo con lo que conectarse. No sé cuándo Hollywood empezó a esforzarse en parecer bueno. Y no sé qué tanto puede serlo.
¿Fue teatralizada la cachetada?
Buena parte del discurso alrededor de este suceso se enfocó en determinar si la cachetada fue genuina o si se trató de una puesta en escena edgy. Los argumentos de parte de ambos lados son poderosos. En esta sección, los examinaré.
Argumentos a favor
He leído los siguientes argumentos a favor de la legitimidad y veracidad de la cachetada:
- Nadie guiona un «fuck off» en televisión mainstream.
- La cachetada tuvo la potencia de una cachetada genuina.
- El timing fue rarísimo para un skit cómico.
- Will Smith no es tan buen actor.
Argumentos en contra
Quienes arguyen que la cachetada fue guionada (una minoría casi despreciable), lo hacen de dos maneras. Una es listar a los nominados. Otra es mostrar este gráfico:

Conclusión: ¿Por qué Hollywood nos mentiría?
¿Importa realmente si la cachetada fue genuina? Hayase tratatado de una puesta en escena o de un arranque legítimo por parte de un millonario con problemas (a la Kanye), fue un pequeño suceso cultural con un impacto comercial positivo sobre una marca que ya se ha vaciado de cualquier significado. Como escribiría Baudrilliard desde hace ya muchos años, «es peligroso desenmarcarar a las imágenes, ya que disimulan el hecho de que no hay nada detrás de ellas.»
La demostración de Brando tuvo un peso que la cachetada no tuvo. Fue un pequeño gesto de rebeldía política contra un backdrop de conservadurismo. Cuando la Academia comenzó a renegar de su conservadurismo (como una forma, quizás, de hacer las paces con su propio poder), vació sus significados, prostituyó sus símbolos y nos dejó con una celebración que no sirve para lo que fue creada.
Los Oscars fueron la manera en la que la industria aplacó los reclamos sindicales de los guionistas. Hoy, no premia cine, y con el vaciamiento del discurso de cierto progresismo pro-establishment, que se mostró impotente ante el autoritarismo tangible y cabal que se ejerció durante la pandemia, no le queda mucho más que premiar.
Justamente, si el conservadurismo tiene una función social, es la de prevenir que se desenmascaren las imágenes. ¿Sirve? Sí. Ahora tenemos que pensar qué va a ser equivalente mañana, no a la cachetada de Will Smith (asunto menor), sino al discurso de Sacheen Littlefeather.